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¿Abstención prohibida?

El debate ha sido frustrante. Lleva más de medio siglo y todavía...

28 de junio de 2014 Por: Fernando Cepeda Ulloa

El debate ha sido frustrante. Lleva más de medio siglo y todavía no sabemos cuáles son los factores que ocasionan una abstención tan significativa. No se ha hecho una investigación científica al respecto. Los argumentos se repiten y cada vez son menos convincentes. En Francia y otros países el fenómeno se ha estudiado desde hace más de 60 años. La lista de publicaciones relevantes es larga. No todas las conclusiones son aplicables a Colombia.Antes se acusaba al bipartidismo para decir que el régimen era ilegítimo, que otras ofertas electorales que podrían movilizar la abstención estaban bloqueadas. Una vez instalado el multipartidismo en 1991 la oferta sobrepasó los 60 partidos. Se hicieron varias reformas para controlar esa proliferación. Ahora en la primera vuelta hubo cinco opciones. La tesis quedó sin piso. Es bien claro: no importa qué tan abundante sea la oferta, el abstencionismo es una característica de nuestro sistema electoral. ¿Por qué? Para responder esa pregunta se requiere una investigación empírica.Al abstencionismo no lo mueve ninguna de las versiones de izquierda, ni de centro, ni de derecha. Ahí está, en las buenas y en las malas. En las ciudades y en los municipios pequeños. Es urbano, es rural. Es de jóvenes, de hombres y mujeres y de ciudadanos de más de 35 años.La teoría dice que no siempre son los mismos. Algunos son intermitentes, otros inveterados. Hay abstencionistas que participan muy activamente en la vida política. Y votantes que agotan su participación con el voto el día de elecciones. ¿Vamos a obligar a los unos a votar? ¿Y a los otros a participar en cosas como “la planeación participativa”? Hay ciudadanos que no votan porque están decepcionados, no creen en los políticos ni en los partidos. Otros creen que su voto es innecesario, asumen que las cosas van más o menos, que su voto no cambiaría la situación. Son conformistas, se contentan con poco. Otros se reservan para un momento crucial, lo que se denomina una elección crítica. Y a no pocos les da pereza o están alienados.¿Voto obligatorio? Como lo explica Eduardo Posada en su columna “Defensa del voto voluntario” es una propuesta que va en contravía de nuestras tradiciones democráticas. Mejor estimular el ejercicio inteligente de votar. Eso sí. Todos, sin reserva. Y para desterrar mañas y manipulaciones. La obligatoriedad del voto debe ser social, no legal.Un politólogo francés habló del “milagro del asentimiento” para expresar su admiración por el comportamiento de los ciudadanos que cumplen la ley, pagan los impuestos, respetan la autoridad. Para ello no se formulaban interrogantes que podrían poner en duda la legitimidad de las autoridades establecidas. La sociedad está construida sobre el consentimiento de los ciudadanos y éste se da libremente. Ahí radica su virtud y ahí está el milagro. La tendencia a manejar los ciudadanos a látigo no funciona. Es preferible el comportamiento social producido por la confianza en las instituciones y la credibilidad en los dirigentes. Lo que hay es que construir cultura ciudadana, confianza en el sistema político y en las instituciones, tarea que se debe realizar a diario desde la familia, el colegio, la sociedad, la empresa.Y denominamos sociedades civilizadas aquellas que dan muestras cotidianas del afecto y del respeto de los ciudadanos por los comportamientos que indican respeto a la convivencia, a las instituciones, a las tradiciones y a los valores base de su supervivencia.

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