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Óscar López Pulecio

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Extranjeros por todas partes

El lema de la actual convocatoria es ‘Extranjeros por todas partes’, con la intención de rendir un homenaje a los desplazados de todos los orígenes que buscan en Europa el paraíso perdido...

11 de mayo de 2024 Por: Óscar López Pulecio

La bienal de arte de Venecia es quizás la exhibición internacional más antigua del mundo. Comenzó en 1895 interrumpida por las dos guerras mundiales y va por su sexagésima edición, de abril a noviembre de 2024. Se realiza en el Arsenal, el antiguo astillero donde se construyeron las galeras que le dieron a La Serenísima el dominio del comercio en el Mediterráneo y su riqueza entre los siglos XIII y XV; en el Giardino, el parque más grande de la ciudad, donde muchos países tienen pabellones permanentes; y en palacios que flotan sobre las aguas. Este año hay 331 participantes, 87 pabellones nacionales y 30 eventos colaterales.

Como la política todo lo toca, desde 2022 año de la invasión a Ucrania, Rusia no está invitada y su pabellón lo ha cedido a Bolivia, como una deferencia dicen a los intereses rusos en el litio boliviano, y el pabellón de Israel permanece cerrado con un aviso en la puerta, que parece una obra de arte conceptual, donde se lee que solo abrirá cuando Hamás devuelva los rehenes israelitas. Brasil, Argentina, México, Perú, Uruguay, República Dominicana, y Panamá, tienen pabellones permanentes con artistas que han ganado convocatorias nacionales para estar allí. Colombia no, aunque diez artistas colombianos, algunos de origen indígena, han sido invitados a la muestra general.

La convocatoria de 2024 es única, puesto que normalmente allí se exhiben obras vanguardistas, de tamaño monumental, que buscan ser la expresión más avanzada del arte contemporáneo reflejo de esa mezcla absurda de avances tecnológicos, desamparos, soledades y angustias de nuestro tiempo, tan difícil de entender y de querer.

El lema de la actual convocatoria es ‘Extranjeros por todas partes’, con la intención de rendir un homenaje a los desplazados de todos los orígenes que buscan en Europa el paraíso perdido: inmigrantes, expatriados, diásporas, emigrados, exiliados, refugiados, toda la gama de la migración y la descolonización.

Como consecuencia, la gran mayoría de las obras expuestas son testimonios de culturas de países que no pertenecen al primer mundo, que no utilizan medios de expresión sofisticados, aferrados a tradiciones expresivas atadas a la artesanía y en el formato convencional de pintura para colgar en las paredes. Una muestra que reivindica valores nacionales, étnicos, de rica variedad, pero al mismo tiempo de alguna manera primitiva, desconectada de las vanguardias artísticas o imitándolas. Arte del subdesarrollo. Espacios que el norte le da al sur.

Como incluye también artistas italianos y nacionales que han trabajado fuera de sus países (que es casi todo artista que se respete), los artistas colombianos invitados, algunos póstumamente, son: Iván Argote (París), Aycoobo (Amazonas), Olga De Amaral (Bogotá), Umberto Giangrandi (Italia), Abel Rodríguez (Putumayo), Daniel Otero Torres (París), Miguel Ángel Rojas (Bogotá), Fanny Sanín (Bogotá). Más, Enrique Grau, Alejandro Obregón, Rómulo Rozo, Emma Reyes, Marco Ospina y Lucy Tejada, ya muertos.

El criterio de la curaduría es que, de alguna manera, todos somos extranjeros, rodeados de extranjeros, de allí una selección tan amplia. Solo que lo que permea esa exhibición que pretende ser una reivindicación de antiguas colonias europeas de Asia, África y América, con la cual se cree pagar alguna deuda cultural, es que unos somos más extranjeros que otros. Y se nota.

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