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Nubarrones en el horizonte

Esta firma debe al mercado financiero cerca de US$300.000 millones (algo así como el PIB de Colombia y un 75% más que el valor de nuestra deuda pública).

3 de octubre de 2021 Por: Esteban Piedrahíta

El informe de empleo de agosto, revelado el pasado jueves por el Dane, da cuenta de una recuperación significativa en el mercado laboral nacional. La pérdida de puestos de trabajo (formales e informales), que en el momento más crítico de la cuarentena en abril de 2020 rondó los 5,3 millones, y que a fines del año pasado seguía en torno a los 1,5 millones (comparando siempre con igual mes de 2019), se redujo a 420.000 en agosto. El país está acercándose los niveles de ocupación pre-pandemia, aunque la calidad del empleo se ha deteriorado.

Incluso en Cali, que por efectos del paro y los bloqueos sufrió un revés fuerte en empleo en mayo— cuando se reportaron 92.000 ocupados menos que en abril—, los buenos resultados de agosto han contribuido a cerrar la brecha frente a 2019. De haber perdido cerca de 350.000 ocupados durante la cuarentena inicial, en el trimestre junio-agosto la brecha fue de 79.000 frente a igual período de 2019. La informalidad laboral observó un aumento menor, de 47,4% en aquel año a 48,6% en éste.

Esta buena tendencia va a contribuir a que el retroceso de aproximadamente una década en niveles de pobreza que experimentó Colombia el año pasado se reverse en cierta medida. Sin embargo, hay circunstancias, principalmente externas, que ponen en peligro el alcance de esta recuperación en dos vectores críticos: crecimiento (clave para los ingresos de los hogares) e inflación (determinante en su poder adquisitivo).

En la China, que ha sido el dinamo imprescindible de la economía mundial en las últimas 3 décadas, así como el principal baluarte de contención a la crisis económica causada por el covid (su economía creció 2,3% en 2020 y se prevé crezca un 8% este año), las dificultades financieras de Evergrande, la mayor constructora de vivienda del mundo, hacen temer una crisis bancaria de amplias ramificaciones. Esta firma debe al mercado financiero cerca de US$300.000 millones (algo así como el PIB de Colombia y un 75% más que el valor de nuestra deuda pública).

Y su caso no es aislado. En el país asiático se ha inflado una gigantesca burbuja especulativa en el sector de la construcción. Se estima que hay 50 millones de unidades de vivienda desocupadas, y el endeudamiento de las empresas y los hogares chinos alcanza el 287% del PIB. Esto supone un muy frágil equilibrio, que recuerda al que existía en EE.UU.
previo a la crisis de 2007. Aunque el gobierno chino dispone de poderes y recursos que hacen palidecer a los de cualquier democracia, el riesgo de una implosión de impacto internacional no es marginal.

A esto hay que sumar los quebrantos de las cadenas de suministro internacionales, golpeadas por los cierres del covid, fenómenos climáticos y accidentes fortuitos en algunas plantas críticas, las cuales se están viendo a gatas para responder a las demandas de la recuperación económica. En Colombia, aparte de la escasez de algunos productos básicos como el huevo, producto del paro y los bloqueos, hay restricciones en el suministro de bienes durables importados como vehículos y lavadoras. En Europa escasea el gas natural y asoma el invierno.

Aunque esta segunda situación supone una dificultad más coyuntural, y para Colombia ofrece beneficios en los precios de algunas exportaciones clave, la confluencia de circunstancias está llevando a algunos expertos a evocar el término ‘estanflación’, acuñado en la crisis petrolera de los setenta para describir la perversa combinación de estancamiento con inflación. Esta sería terriblemente grave para los hogares pobres de Colombia y el mundo, máxime en momentos en que las herramientas fiscales y monetarias de acción contracíclica de los gobiernos se encuentran agotadas por cuenta de la crisis del covid.