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Destrucción en marcha

Es irresponsable que políticos nacionales y locales vinculen los disturbios, violencia y destrucción al proyecto de reforma tributaria

2 de mayo de 2021 Por: Vicky Perea García

Hay quienes consideran injusto, reprochable y hasta producto de un ‘complot de la ultraderecha’ que, durante las jornadas de protesta, los medios de comunicación enfoquen sus cámaras y micrófonos hacia el vandalismo y la destrucción. Evidentemente, poco entienden sobre la naturaleza humana y el rol de los medios. Para comenzar, gran parte de los ciudadanos también centran su atención en los hechos violentos, sobre todo cuando son sistemáticos. Estén o no de acuerdo con las manifestaciones, dominan el instinto de supervivencia y el sentido de zozobra e incertidumbre.

¿Es realmente más noticia para los caleños el discurrir de los aspectos pacíficos de la marcha que la incineración y destrucción, buena parte de ella inequívocamente premeditada, coordinada y terrorista, en la Gobernación, el CAM, la Dian, Colpensiones, bancos, supermercados, comercios de todos los tamaños, estaciones y buses del MIO y otras infraestructuras públicas y privadas? ¿Es más noticia el baile de los manifestantes frente a la Loma de la Cruz que el bloqueo indefinido de los principales puntos de acceso a la ciudad y a municipios vecinos, los cuales violan el derecho a la libre movilidad de las personas y rompen la cadena de suministro de alimentos, medicamentos y otros artículos de primera necesidad para la región y buena parte del país?

¿O es que acaso, en condiciones normales, los titulares y atención del público se centran en la sosegada cotidianidad de millones de colombianos, frente a los desmanes de la minoría de homicidas y delincuentes? ¿O en el trabajo desinteresado y honesto de miles de funcionarios del Estado, versus las patrañas de un pequeño número de corruptos? Ni hablar del caso en que esos homicidios, atracos o actos de corrupción sucedieran simultáneamente y a escala masiva, y fueran, muchos de ellos sí, claramente parte de un complot altamente planeado y coordinado.

Lo curioso es que a los mismos que les disgusta que se resalten los aspectos macabros de las jornadas de protesta, les parece justo y hasta encomiable que se dé publicidad a la destrucción, por forasteros, de una estatua de un conquistador español (de infame trayectoria, es cierto). Ni este tipo de actos de violencia y destrucción del patrimonio público, ni su difusión, les parecen censurables; y, al parecer, tampoco ciertas aglomeraciones durante pico pandémico, ni su divulgación.

Deja pérdidas irrecuperables el paro. Lo son las vidas de quienes ya han muerto y de quienes mueran en los hechos de violencia por venir, así como las de quienes eventualmente perezcan por covid a raíz de los tumultos que propició. La destrucción del patrimonio público y privado, de su parte, nos empobrece, cuando ya venimos bien empobrecidos; y la terminaremos pagando todos, vía mayores impuestos, mayores precios y mayores tarifas.

Es irresponsable que políticos nacionales y locales, algunos de ellos con el deber constitucional de garantizar la seguridad de sus ciudadanos, vinculen los disturbios, violencia y destrucción al proyecto de reforma tributaria. Éste nació muerto en el Congreso. Las protestas y los desmanes iban a suceder con o sin él, y no han cesado desde que el Gobierno anunció su revisión. Hoy, con pico de pandemia, pico de desorden y violencia, y sin rumbos claros en los frentes fiscal y económico, somos más pobres y estamos más divididos, más confundidos, y más asustados que antes del paro.

Sigue en Twitter @estebanpie