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“Que no se note la pobreza”

El título de esta columna de opinión corresponde a un dicho de frecuente uso en el vecino Ecuador para describir el comportamiento de una persona que gasta por encima de sus ingresos para aparentar una riqueza inexistente.

12 de octubre de 2017 Por: Ernesto De Lima

El título de esta columna de opinión corresponde a un dicho de frecuente uso en el vecino Ecuador para describir el comportamiento de una persona que gasta por encima de sus ingresos para aparentar una riqueza inexistente.

Me parece que en lo que toca con nuestro Congreso de la República, esa descripción bien se nos podría aplicar ya que tenemos 102 Senadores, dos más que los de Estados Unidos, Nación cuya economía es por lo menos 40 veces mayor a la nuestra.

Además, nuestra Cámara de Representantes cuenta con 166 miembros, número que también me parece exagerado. Pero como dice el refrán, “al que no quiere caldo se le dan dos tazas”.

Actualmente se está discutiendo en el Congreso Nacional un proyecto de ley para aumentar dieciséis curules más, con el fin de darles representación a aquellas regiones marginadas del país en las cuales el Estado no ha tenido presencia y donde tradicionalmente los grupos al margen de la ley han actuado a sus anchas.

Aunque ese objetivo es muy loable, considero que esta hubiera sido la mejor oportunidad para proponer mediante un Referendo, una reforma radical a nuestro Congreso, reduciendo sustancialmente el número de sus miembros, pero garantizándole a cada uno de los 32 departamentos del país al menos un senador y un representante, con lo cual todas las regiones del país tendrían presencia en ambas Cámaras.

Una medida de esta naturaleza le ahorraría al país cuantiosos recursos, ya que según lo mencionó el economista Mauricio Cabrera Galvis en uno de sus recientes artículos de prensa, cada congresista nos cuesta a los colombianos alrededor de 80 millones de pesos mensuales, si se le suman a sus jugosos sueldos, los que se pagan a sus colaboradores, escoltas y choferes, así como los pasajes aéreos y los costos de operación y mantenimiento de los vehículos blindados en los que muchos de ellos se movilizan, no solamente en Bogotá, sino también en sus regiones de origen.

Recuerdo con cierta nostalgia la fallida iniciativa que promovió el expresidente Álvaro Uribe al comienzo de su primer mandato, mediante la cual se pretendía reformar el Congreso de la República convirtiéndolo en unicameral y con un máximo de 100 miembros.

Pero a esa Consulta le colgaron otra serie de propuestas, algunas de ellas difíciles de entender por los votantes rasos y otras, como la de congelar durante un tiempo los salarios de los empleados del sector estatal, cuya aprobación era muy improbable, por lo que cuando se convocó un referendo para someterla a consideración del pueblo, éste fue rechazado.

Con la pobre imagen que infortunadamente tiene en Colombia el Congreso de la República, estoy convencido que una iniciativa como la aquí sugerida sería aprobada por los ciudadanos en forma abrumadora.