El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

¿Y el grado de inversión?

Como lo enseñó Kid Pambelé, con seguridad es mejor tener grado de inversión que no tenerlo. Pero los horrores vaticinados por la pérdida del grado de inversión no se han materializado.

27 de julio de 2021 Por: Emilio Sardi

Las calificadoras de crédito, esas mismas que en 2008 desempeñaron un escandaloso papel protagónico en la crisis financiera internacional que generó un desplome financiero global, al calificar erróneamente los bonos hipotecarios de altísimo riesgo, emiten dos tipos de calificaciones: grado de inversión y grado especulativo. El cuento de terror más utilizado en el repertorio de los fiscalistas colombianos para justificar los continuos aumentos tributarios es que si el país recibiera una calificación inferior al grado de inversión, se cortaría la entrada de capital extranjero y, para colmo de males, los intereses que debemos pagar por la deuda externa subirían ruinosamente.

Aunque continuamente la pastorcita anunciaba la llegada del lobo, éste no aparecía. Hasta que finalmente el lobo llegó en mayo pasado. No acababa de posesionarse el doctor José Manuel Restrepo como nuevo ministro de Hacienda, cuando la calificadora Standard & Poor’s le retiró el grado de inversión a Colombia. Unas semanas después lo haría Fitch Ratings.

Nada de esto era de extrañar, pues bastaba con leer el ambiente para prever lo que iba a suceder. A octubre del año pasado, Fitch había afectado la calificación de 70 países, entre ellos Australia, Italia y España; Moody’s retiraba la calificación triple A a Canadá, y el FMI estimaba que la deuda alcanzaría el 100% del PIB mundial. Esto, mientras Colombia se afanaba por demostrar una estabilidad que ningún otro país tenía, ya que aquí no se entendió oportunamente que en el mundo del covid el incremento de la deuda y la descalificación también hacen parte de la nueva normalidad.

Tampoco es de extrañar que no se cumplieran los negros augurios de los profetas de desastres que mantenían al país amedrentado con la amenaza de la pérdida del grado de inversión. La verdad es que la diferencia en los intereses que pagan los países cuando su calificación está en el rango mínimo del grado de inversión y en la calificación máxima del grado especulativo es muy baja. Y por el otro lado, Colombia no vio aumento significativo en la inversión extranjera cuando le concedieron el grado de inversión en 2011. Ni era presumible que ella cayera, si éste se perdía.

Tal como lo manifestó el ministro Restrepo, “la confianza de los mercados se mantiene robusta, tal como lo demuestran los $10 billones de inversión extranjera que han ingresado al mercado de deuda pública en los últimos tres meses”. Nada más en el campo de proyectos específicos, los medios informaron que “entre enero y junio de 2021, Procolombia facilitó la llegada de 110 proyectos con nuevas inversiones y reinversiones con montos que ascienden a US$6912,7 millones, cifra que representa un 22% más que en igual lapso de 2020, según informó la entidad”.

Como lo enseñó Kid Pambelé, con seguridad es mejor tener grado de inversión que no tenerlo. Pero los horrores vaticinados por la pérdida del grado de inversión no se han materializado. A los inversionistas parece no importarles tanto la descalificación, al punto que Colombia recibió entradas sin precedentes en el período mayo-junio, por importe de 2800 millones de dólares. Más que la voz de las calificadoras, los atraen las acciones contundentes del Gobierno por recuperar la institucionalidad y la estabilidad económica. Va siendo hora de que Colombia entienda que eso es lo que de verdad importa.