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Sueño de hadas

El Gobierno debe tomar medidas ya, empezando por posponer inmediatamente el pago de los impuestos y quitar el cobro de anticipos sobre unas utilidades que no llegarán.

21 de abril de 2020 Por: Emilio Sardi

Los futuros historiadores que estudien el negro pasaje que el mundo vive hoy no entenderán este brutal, autodestructivo ataque contra la economía y el bienestar mundial. Y no podrán imaginar qué balance social se hizo para justificar el daño que se les está infiriendo a miles de millones, particularmente los más desposeídos, para evitarle un posible riesgo a tan pequeño porcentaje de la población.

La ecuación nunca dará un resultado razonable, ya que además de sacrificar el acceso al diario vivir de miles de millones se ha sacrificado su bienestar futuro, pues la salud y la prosperidad de las poblaciones van íntimamente ligadas.

Esta situación, nacida de la falta de transparencia de China y de la OMS, se agravó con unos modelos epidemiológicos teóricos, elaborados por académicos alejados de la realidad (valga la redundancia), que llenaron de pánico a todos. Los hechos han demostrado que esos modelos eran totalmente equivocados, en particular en lo que respecta al cinturón intertropical.

Aún en Ecuador, con sus problemas, sus 26 muertes por millón son 15 veces menos que las de Italia y 17 veces menos que las de España. En Colombia, con un aislamiento que las autoridades dicen no ha sido cumplido cabalmente en muchas zonas, la tasa es 3,2 por millón, 118 veces menos que en Italia y 134 veces menos que en España.
Evidentemente, la penetración del virus conlleva aquí riesgos muy inferiores a los inicialmente temidos.

Ahora urge acometer con real empeño la reconstrucción del tejido socioeconómico brutalmente destruido en las últimas semanas. Es preciso que el Estado se mueva con celeridad y le dé al sector productivo el apoyo de la magnitud requerida. La pérdida de liquidez en las semanas sin ingresos ha llevado al borde del colapso a decenas de miles de empresas medianas y pequeñas. Al abrir, en mayo o cuando los dejen, ellas no tendrán forma de operar si el Gobierno no ha hecho que les lleguen los recursos que eviten su cierre masivo. Y eso no está sucediendo.

Las medidas que se han tomado son insuficientes y no están funcionando. En un estudio hecho por McKinsey, se estableció que el monto del paquete de medidas tomadas en Colombia, como porcentaje del PIB, es imperceptible al compararlo con los de los demás países analizados. Mientras que en el Reino Unido las medidas equivalen al 25% del PIB, en Alemania al 21%, en Estados Unidos al 14,5% y aún en Perú al 12%, aquí equivalen al 0,6%. Esa exigua cifra, casi un chiste, es garantía de fracaso.

En Estados Unidos, en tres semanas agotaron un fondo de redescuento de US$349 mil millones para las Pyme, garantizado por el Estado. Aquí los bancos no usan los fondos de redescuento, pero aprovechan la situación para hasta cuadruplicar su margen de intermediación. En Colombia, mientras todo se paraliza, los cobros de los intereses y de los impuestos siguen al 100%.

El Gobierno debe tomar medidas ya, empezando por posponer inmediatamente el pago de los impuestos y quitar el cobro de anticipos sobre unas utilidades que no llegarán. Y si le toca, deberá enfrentar las ansias de protagonismo de los demagogos locales, desde la Savonarola que en Bogotá manda, manda y manda para abajo, con sus diarreas de medidas tan inconvenientes como arbitrarias.

Si no, en mayo ingresaremos todos a un infierno que nos hará pensar que la pesadilla que hoy estamos viviendo fue un sueño de hadas.