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Nombrados o elegidos

Si algo ha marcado la abismal diferencia que existe entre el gobernador...

25 de agosto de 2010 Por: Emilio Sardi

Si algo ha marcado la abismal diferencia que existe entre el gobernador del Valle del Cauca, Francisco Lourido, y su destituido antecesor ha sido su decisión de remover al gerente del Hospital Universitario Psiquiátrico del Valle, Álvaro Martínez Payán.Por muchos años, el Psiquiátrico se distinguió como uno de los hospitales mejor manejados de la región y del país. Con buen ambiente laboral, excelente atención a los pacientes, oportuno abastecimiento de medicamentos y otros insumos, y una operación consistentemente superavitaria, era una institución ejemplar. Hasta que quedó bajo el control del destituido exgobernador Abadía y su caterva de amigos.La Contraloría Departamental ha establecido que, bajo la gerencia del controvertido Martínez, los gastos de nómina se incrementaron en un 495% y, además de generarse un inmenso desgreño administrativo, se dieron actuaciones que permiten presumir detrimentos patrimoniales muy serios para la institución. Las investigaciones disciplinarias y penales están a la orden del día. Nada más en la compra de medicamentos a una extraña cooperativa, cuyo asesor jurídico era el delegado del ex gobernador Abadía ante la Junta Directiva del Hospital, se investiga un presunto (¿?) detrimento patrimonial de $2.811 millones.Un funcionario del Psiquiátrico llegó a señalar que “en abril de 2008 el gerente recibió el hospital acreditado con un superávit de $9.000 millones, posteriormente incrementó las compras de manera exorbitante, los contratos de empleados fantasmas y de familiares de los líderes”. Hasta manteles de lino se compraron en algún oscuro establecimiento de Guacarí, próspera cuna del destituido ex gobernador, por donde aparentemente pasa el meridiano de la actual política vallecaucana. Tras cortos dos años, no queda nada de ese superávit y el Hospital debe prescindir de los muy necesarios servicios de especialistas, por falta de recursos.Aún después de que esta situación fue hecha pública por la Contraloría, el ex gobernador mantuvo a su valido en esa gerencia. Tuvo que llegar un Gobernador serio, nombrado desde Bogotá, para que se le sustituyera con una persona competente, que buscara reparar el inmenso daño sufrido por la institución. Y si esto sucedió en algo como el Psiquiátrico, lo lógico es preguntarse qué no estaría sucediendo con los cientos de miles de millones de pesos de las vigencias futuras, y con las demás entidades donde tiene ingerencia el Gobierno Departamental.Por eso, no dejan de ser preocupantes las versiones que hablan de la necesidad de hacer una nueva elección para Gobernador. Habiendo sido testigos del copioso fraude y de la masiva compra de votos que se dio en las pasadas elecciones parlamentarias, los vallecaucanos no podemos menos que temer que esa elección pueda tener un final desventurado para el departamento, y vuelvan a gobernarlo quienes tanto daño le estaban infiriendo. O algunos similares, pues ya en el municipio de Cali existe la tecnología para que el hermano del señor Alcalde saque 40.000 votos de la nada.Recordando la tranquilidad que recientemente le brindó a la gente de bien el breve paso de Ramiro Tafur por la Alcaldía y viendo la que le brinda la permanencia de Francisco Lourido en la Gobernación, debe reconocerse, con innegable tristeza, que a Cali y al Valle del Cauca normalmente les va mejor con los nombramientos que con las elecciones.