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Leyes que se cumplen

Hay, sin embargo, otras leyes que, al contrario de las emitidas por el Congreso, sí se cumplen inexorablemente.

12 de febrero de 2020 Por: Emilio Sardi

Partiendo de una mala Constitución continuamente modificada por la Corte Constituyente, Colombia se ha visto sepultada bajo una diarrea legislativa de muy baja calidad. Esas malas leyes han conducido a una falta de respeto por la ley que no es buena y que genera mucho pesimismo. Hay, sin embargo, otras leyes que, al contrario de las emitidas por el Congreso, sí se cumplen inexorablemente.

Quizás la primera de ellas fue esbozada en 1949 por el capitán de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos Edward A. Murphy, quien afirmó: “Si hay dos o más maneras de hacer algo, y una de ellas puede conducir a la catástrofe, entonces alguien la usará”, postulado que evolucionó rápidamente hacia la expresión hoy conocida como la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”.

Pronto aparecieron corolarios a esta ley, entre los cuales se destacan el segundo (o Extensión de Gattuso), “Nada puede estar tan mal que no pueda empeorarse”, el octavo, “Es imposible hacer algo a prueba de tontos porque los tontos son muy ingeniosos”, o el noveno, también conocido como la Ley de Maah, “Las cosas salen bien para poder dañarse”. Acompañados, claro, por la Ley de Perrusell: “No hay trabajo tan sencillo que no se pueda hacer mal”.

En 1955, el profesor C. Northcote Parkison publicó sus primeras dos leyes: “El trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para completarlo” y “Los gastos crecen para alcanzar los ingresos”. Stock-Sanford postuló su corolario de la primera, “Si usted espera hasta el último minuto, le tomará solamente un minuto hacer el trabajo”, y no tardó en conocerse la Ley de Meskimen: “Nunca hay tiempo para hacerlo bien, pero siempre lo hay para repetirlo”.

En cuanto a la oportunidad, está la Ley de Hecht: “No hay momento como el presente para posponer lo que no le provoque hacer”. Y las Leyes de morosidad de Doane: “1 – Mientras más efectivo se es en posponer el trabajo, menos efectivo hay que ser en todo lo demás. 2 – Mientras más lentamente se trabaje, menos errores se cometen”. Todo esto reforzando el Principio de Pfeiffer: “Nunca tome una decisión que usted pueda lograr que otro tome”.

En 1969, Laurence J. Peter presentó su Principio de Peter, “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”, cuyos corolarios son: “Con el tiempo, todo puesto tenderá a ser ocupado por alguien incompetente para él” y “El trabajo lo hacen los que no han ascendido hasta su nivel de incompetencia”. De aquí se desprende el Axioma de Vail, “En toda empresa humana, el trabajo tiende a buscar el nivel jerárquico más bajo”, que a su vez condujo a la Ley de Inferioridad Superior: “No permitas que tus superiores sepan que eres mejor que ellos”.

Con respecto a los errores está la Ley de Jacob: “Errar es humano. Culpar a otro del error es aún más humano”. Y la Regla de Finagle: “El trabajo en equipo es esencial. Le permite echarle la culpa a otro”. O la Ley de Jones. “El que sonríe cuando las cosas andan mal es porque se le ha ocurrido a quién echarle la culpa”.

También está la Ley de Green: “Todo es posible si usted no sabe de qué está hablando”. Y la Ley de Weiler: “Nada es imposible para el que no tiene que hacerlo”. Lo que lleva a la Ley de Brintnall: “Si le dan dos órdenes contradictorias, obedezca las dos.” Por lo que, finalmente, es necesario aplicar la Quinta Regla de Finagle: “No crea en milagros, dependa de ellos”.