El pais
SUSCRÍBETE

Inicio

Artículo

De despacio a parálisis

.De acuerdo con el Anuario Nacional de Siniestralidad Vial recientemente publicado, el 54% de quienes murieron en accidentes de tránsito en 2019 eran motociclistas.

12 de enero de 2021 Por: Emilio Sardi

De acuerdo con el Anuario Nacional de Siniestralidad Vial recientemente publicado, el 54% de quienes murieron en accidentes de tránsito en 2019 eran motociclistas. Adicionalmente, buena parte de los peatones y ciclistas, que sumaron poco más del 31% de las muertes,
perecieron en accidentes con motos, lo que quiere decir que las motocicletas estuvieron involucradas en por lo menos 70% de las muertes ocurridas en accidentes viales. Es evidente que, para la seguridad de todos, es absolutamente necesario regular y controlar mucho mejor el uso de las motocicletas en nuestras vías.

Pero en Cali esto no será así. Aquí, con la retorcida lógica que gobierna sus acciones, la Secretaría de Inmovilidad, en vez de enfrentar con seriedad el problema de la accidentalidad y el caos generados por las motos, resolvió que el riesgo estaba en la velocidad de los automóviles en la autopista Suroriental y ordenó rebajar el límite de esta vía, la única de diez carriles en la ciudad, a un tortuguesco 50 km/h.

Y no podía ser distinto. En un tácito reconocimiento de su incapacidad para agilizar la movilidad de los caleños, esta Secretaría resolvió decir que ya su objetivo no era ese sino salvar vidas, con lo que surge la pregunta de por qué, si ese es su verdadero interés, no renuncian y se dedican mejor a la enfermería que a la destrucción del tráfico. A lo que se suma el desmedido protagonismo que allá les dan a los innumerables ‘profesores’, ‘observatorios’, ‘colectivos’, ‘fundaciones’ o ‘comités’ dedicados a defender los caprichos de los enemigos del transporte automotor, entre los que está la de las materas en las calles, la ‘Fundación Despacio’. Precursora, sin duda, de la Fundación Parálisis que pronto reinará en la movilidad caleña.

Esto es muy grave. La movilidad es un servicio público esencial que determina en buena medida la competitividad de una ciudad y el bienestar de todos sus habitantes, desde el más pobre hasta el más pudiente. En Cali los automóviles ya no son un lujo ni son un privilegio de pocos. Con más de 450.000 automotores registrados y más de medio millón de motos circulando, son cientos de miles las familias caleñas afectadas, entre otras razones porque la ciudad carece de un sistema de transporte público racional y eficaz. Una mala movilidad les roba a todos tiempo en su trabajo, en su descanso, en su vida. Les roba paz.

Con el problema adicional de la contaminación ambiental. En un viaje de 20 kilómetros, un automóvil produce 3,87 kilos de CO2. Junto a los huecos y las ideas ‘vanguardistas’ de angostar las calles para bicicarriles que nadie usa o de poner obstáculos viales, la reducción en el límite de velocidad implicará un mayor tiempo de permanencia del vehículo en las calles, con lo que las emisiones naturalmente aumentarán. Entre motos y automóviles, circulan en Cali cerca de un millón de vehículos. Un minuto de demora adicional en sus recorridos significa un millón de minutos adicionales diarios de emisión de gases y calor.

Al iniciar esta administración municipal, hace un año, los caleños esperábamos que la salida de esa Secretaría del loquito que habían traído de Bogotá, con su reguero de bolardos e interruptores del tráfico, conduciría a una mejora en la movilidad. Esto no ha sucedido. Y no sucederá hasta que quienes estén en ella entiendan que su responsabilidad fundamental radica en agilizar la movilidad de los caleños.