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Vale la pena corregir la idea de que el mal estado de...

26 de enero de 2011 Por: Emilio Sardi

Vale la pena corregir la idea de que el mal estado de la malla vial colombiana se debe al reciente invierno. Éste hizo evidente su fragilidad, pero el mal estado de nuestras vías es realmente fruto de la perenne pésima gestión del ministerio de Transporte y su antecesor, el de Obras Públicas. No tenemos más que caminos.Nuestra malla vial y su estado clasifican fácilmente entre lo peor del mundo, y hay que ir a Haití o a Zimbabwe para encontrar algo parecido. En vías arteriales pavimentadas, dice el Consejo Privado de Competitividad, Colombia tiene 292 kilómetros de vía por cada millón de habitantes, mientras Bolivia tiene 406, Perú, 423 y Ecuador, 478, para no ir lejos. En Europa, España, por ejemplo, tiene 15.450 kilómetros de vías pavimentadas por millón de habitantes.Mientras en 2003 el 71% de esa exigua red estaba en estado bueno o muy bueno, en 2009 ya sólo el 54% era calificado así, y aquellas en estado malo o muy malo pasaron del 8% al 16%. Y es seguro que la situación empeorará puesto que el presupuesto del que dispone el Invías es claramente insuficiente. Esto sin tomar en cuenta el carrusel de demandas tipo Foncolpuertos que se ha montado para despojarlo de sus escasos recursos.Y si se miran las dobles calzadas, el supuesto logro en los 20 años de las concesiones que, además de cobrar peajes exorbitantes, han drenado en oscuros ajustes billones y billones de pesos del presupuesto nacional, se encuentran ridículos 890 kilómetros en todo el territorio nacional, en unas obras inconexas que ni siquiera son, en sentido estricto, una red.Los datos anteriores dan fe de la incompetencia de quienes han ocupado el ministerio en las últimas décadas, incluyendo el personaje que Colombia acaba de padecer por 8 años, quien sólo pudo vencer su pasmosa incapacidad de actuar para hacer unas adjudicaciones contra las cuales los entes de control habían formulado reservas y advertencias. Es necesario que el nuevo Ministro pare el desangre de las concesiones y le dé a la red vial los recursos técnicos y financieros que realmente requiere para su construcción y mantenimiento.Lamentablemente, éste luce más ocupado en campañas personales de dudoso valor, que en lo que es realmente sustantivo. Caprichosamente, usó la emergencia invernal para modificar una ley que no le gustaba y reducir el límite de velocidad en todas las vías colombianas. ¡Como si algo tuvieran que ver las autopistas que a precio de oro pagamos los vallecaucanos con las inundaciones de la Costa o con las carreteras de montaña que zigzaguean en la zona cafetera!El Ministerio de Transporte reporta en 4% las muertes en accidentes atribuibles a embriaguez por alcohol o droga y la OMS estima esta cifra en 3%. Sin embargo, con el agrio gesto del más fanático de los talibanes, el Ministro declara su afán de encarcelar a quien conduzca después de tomar una cerveza. En vez de perseguir fantasmas, debiera concentrarse en las verdaderas causas de la accidentalidad, como la falta de reglamentación del tránsito de motocicletas (39% de los muertos y 45% de los lesionados), el mal estado de algunos vehículos o el pésimo estado de las vías.Aún es hora de que el Ministro reconozca que no es con campañas mediáticas que se arregla el problema vial colombiano. Colombia no necesita a alguien enfrascado en sacar adelante sus causas personales, sino un buen administrador que entienda de ingeniería.