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El show del Exposhow 160455

No fui a nada del Exposhow porque cada vez asisto a menos...

23 de octubre de 2012 Por: Mario Fernando Prado

No fui a nada del Exposhow porque cada vez asisto a menos cosas. A pesar de las gentilezas de Fenalco y de algunas otras entidades y empresas que suelen invitarme a distintos actos -cosa que agradezco sinceramente- me estoy volviendo retraído y a veces -atérrense- ‘cusumbosolo’.Y ello me ha servido para ser más observador que espectador, lo cual creo que me mejora la objetividad. Por tanto, el hecho de no haber estado ‘in-situ’ me permite no dejarme permear por las emotividades y las circunstancias.Seguí pues, muy de cerca este certamen y no me detuve en los desfiles o en las modelos o en los actos sociales o en el día a día del programa, sino en lo que un esfuerzo de estos le significa a la otra Cali: la que muestra y demuestra la otra faceta de una ciudad pujante y protagónica, la que saca la cara por esta urbe despelotada, con miseria en cada esquina, violencia, asesinatos, desempleo, narcotráfico y todo lo que padecen estos asomos de metrópolis tercermundistas.Es necesario el contra-fómeque, el otro lado de la moneda, el lado positivo y ello lo logran realidades como el Exposhow, que como ningún otro certamen saca la cara por Cali.Sin auxilios oficiales pero sí con la colaboración de sector público y financiado al ciento por las empresas patrocinadoras, esta apuesta que se abrió paso en el contexto nacional e internacional, fue en sus inicios un embeleco de un par de señoras soñadoras y un puñado de ‘modistas’ -que llamaban- queriéndole competir a sus homólogos de Bogotá, Medellín y ¡el mundo! ¿Habíase visto mayor osadía?Pues bien, y para los incrédulos, la flauta les sonó a estos visionarios y se acaba de cerrar con broche de oro la décima segunda versión del Exposhow. Por unos días -lástima muy pocos- Cali no fue noticia por todo lo malo que aquí sucede (y que sucede en todas partes) y que no se puede ni se debe ocultar ni más faltaba, sino porque aquí también suceden cosas buenas, de esas que registran la prensa capitalina y las secciones ligth de los telenoticieros que le dejan lo malo a la provincia y registran lo bueno exclusivamente para lo que acontece allá en la capital, ala.Que vengan figuras del más alto coturno de la moda mundial no es tarea ni fácil ni barata. A nadie se le ocurriría de muto-propio pegarse la rodadita a semejantes lares y vean que sí es posible que estos novamases lleguen a Cali y queden matados con este encanto de ciudad porque como lo propuso el pajarraco para el texto de una valla alusiva a la capital del cielo y le valió una de las muchas solicitudes de excomunión que infortunadamente no se han cristalizado, “Cali encoña”.No importa que hablen de que se trató de un evento mediático, maldita palabreja que me tiene hasta aquí y que estos champús -perdón - shampoos son unos disfraces para ocultar la realidad que padecemos y demás elogios a las liviandades. La dinámica de una ciudad tiene que dar para todas estas manifestaciones porque no sólo de salsa vive Cali y ese remoquete de la capital de la ídem nos castra y nos encasilla.El show del Exposhow le da a esta ciudad una nueva visión y una novedosa misión que no sólo genera empleo, permite hacer negocios multimillonarios y es un espacio para todos los gustos y los bolsillos, sino también una oportunidad para que seamos más que una Cali Pachanguera en donde vivimos son de las rumbas y de las tumbas.

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