El pais
SUSCRÍBETE

¿Vuelven los mingueros?

Se requiere el ejercicio de la autoridad para garantizar que la luz al final de este tortuoso túnel no es una ilusión, sino el regreso a Cali esperanzadora que tanto anhelamos.

12 de noviembre de 2021 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Después del doble golpe que representaron la pandemia y los bloqueos, comenzamos a ver luces al final del túnel. Repasemos la situación de unos meses atrás: gran parte de nuestras comunidades retrocedieron en su calidad de vida, perdieron sus empleos o sus ahorros, o ambos, o se desvalorizaron sus viviendas, o cerraron sus empresas en los múltiples sectores de la economía que se vieron afectados por ese coctel perverso que jamás se borrará de nuestras mentes.

Lamentablemente el componente más doloroso del coctel no fue la pandemia sino los bloqueos. Estos demostraron nuestra vulnerabilidad como sociedad; nos pusieron en contacto con una carga de resentimiento y violencia que no percibíamos. En el ambiente se respiraba un odio que acababa con nuestros símbolos históricos, nos impedía que fuéramos a mercar; los supermercados no podían proveerse; las ambulancias eran paradas por los vándalos o por visitantes de las comunidades indígenas para que estos decidieran si el enfermo podía proseguir su marcha. El amoblamiento urbano fue destruido, el transporte público paralizado; la ciudad perdió décadas de progreso y se generó una gran desconfianza entre diferentes actores sociales.

Sin embargo, surgieron manos que se convirtieron en puentes. Vino la búsqueda de reconciliación y la recuperación lenta del trabajo, la búsqueda del ingreso para tantos perjudicados. Muchos se endeudaron una vez más para reabrir sus cafés, restaurantes, emprendimientos.
Salieron los avisos, pintaron sus paredes, innovaron, hicieron presencia en redes para resurgir de las cenizas. La ilusión volvía. La fe en Cali.

De pronto, nos avisan que vuelve la minga e inevitablemente resurge la preocupación colectiva. Baja entonces la confianza, base de la inversión y de la recuperación mental y económica. ¿Quién gana con que esta ciudad corra el riego de ser vandalizada? Algunos me dicen que grupos de petristas dañarán las cámaras de fotomultas. ¿Lo permitirá el alcalde cuando esos ingresos se requieren para dinamizar las lánguidas finanzas municipales? ¿Agradecerán los vándalos a la administración municipal?

Tengan la certeza que no. Ellos recordarán toda su vida la fiereza de su actuar violenta y no ‘el espíritu democrático’ con el que se quiere vender la laxitud de la administración. Los indígenas a su vez, no responden a nadie más que su propia agenda, luego tampoco generará réditos políticos ser blandos con ellos. Sería imperdonable retroceder. Se requiere el ejercicio de la autoridad para garantizar que la luz al final de este tortuoso túnel no es una ilusión, sino el regreso a  Cali esperanzadora que tanto anhelamos.

AHORA EN Eduardo Jose Victoria Ruiz