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Reflexiones sobre Emcali

Hace varios años aprendí una dura lección: mientras salga agua por la llave y se encienda la luz de las casas, los caleños no percibiremos que hay crisis en Emcali.

22 de septiembre de 2017 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Hace varios años aprendí una dura lección: mientras salga agua por la llave y se encienda la luz de las casas, los caleños no percibiremos que hay crisis en Emcali. No caemos en cuenta de que el diagnóstico es cada día peor; que nos quedamos solos pidiendo la escisión del componente de comunicaciones para buscar un socio privado, palabras sacrílegas para la politiquería y para los sindicatos que pululan al interior.

Como las pérdidas de Telecomunicaciones son cada vez mayores por la obsolescencia de la telefonía fija, estas son asumidas por Energía (vulnerable por no ser generadora) y por Acueducto y Alcantarillado, área que debería estar invirtiendo en la renovación de sus redes y en mejorar la calidad del agua y disminuir la ‘Cauca-dependencia’.

Pero en vez de actuar como médicos en urgencias y salvar el paciente, nuestros líderes se han especializado en ser legistas, expertos en analizar la historia del moribundo, cometiendo errores garrafales. El más frecuente es echarle la culpa a la intervención.

Deberían recordar los historiadores que una turba de rufianes pertenecientes a los partidos tradicionales y a la Anapo, con la complacencia de nuestra dirigencia social y sindical, esquilmaron la empresa hasta hacerla inviable. Frente a ese incendio voraz, el Gobierno Nacional intervino y los gerentes interventores fuimos bomberos. Todo el tiempo luchando por hacer viable la empresa entre el acuerdo de salvamento, muy parecido a un concordato, con gran influencia de los acreedores, y la presión de los políticos, sindicatos y medios abogando por la devolución de la empresa.

Cuando esta se logró, se perdió una gran oportunidad: hacer el gran acuerdo entre todos los actores (Municipio, políticos, sindicatos, proveedores, etc.) para hacer exitoso su futuro respetándola y dándole un tamaño más reducido, procesos más eficientes, revisión de la convención, metas de pérdidas de agua y energía. No se hizo en esa magnitud.

Hoy debería hacerse un diagnostico confiable para todos sobre el futuro de la empresa y sobre ese panorama apocalíptico construir el gran acuerdo para salvar la empresa, con gobierno corporativo y reglas claras. Lo demás es fantasía para los legistas.

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