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Quino

Cuánto quisieran ser evocados los políticos y los famosos al final de sus días, como lo ha sido el más burletero de todos sus críticos, Joaquín Salvador Lavado, o simplemente ‘Quino’,

2 de octubre de 2020 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Cuánto quisieran ser evocados los políticos y los famosos al final de sus días, como lo ha sido el más burletero de todos sus críticos, Joaquín Salvador Lavado, o simplemente ‘Quino’, fallecido esta semana a sus 88 años. En 1964 creó a Mafalda, hija frustrada de una campaña publicitaria, pero que ha representado desde entonces el espíritu incomprendido de sus lectores en todos los continentes.

Si bien es cierto, Mafalda junto con su entorno fueron síntoma y símbolo de un país con grandes problemas sociales y políticos, al final demostró que estos estaban en el organismo infestado de los dictadores, déspotas y arribistas, independientemente de su ideología o lugar de ejercicio de su poder. Los extremismos, los atropellos y abusos contra los menos favorecidos no requieren color ni orientación política o religiosa, son perversos en cualquier lugar del planeta.

El origen de Mafalda fue clave. No nació del resentimiento del dibujante,
como suele suceder. Una placa exterior en el 371 de la calle Chile, en el porteño barrio de San Telmo, dice: ‘Aquí vivió Mafalda’. Muy cerca de allí, en el cruce de las calles Chile y Defensa hay una escultura de esa famosa vecina, a cuyo lado todos quieren una foto. Quino sabía a quien se parecían Felipe o Guillermo, y fue reflejando desde la sencillez de la vida diaria, la complejidad para entender el mundo. Así terminó describiendo la sociedad como nadie.

Se hacía a través de Mafalda y su ‘parche’ todas las preguntas que nos hacemos en silencio. Mafalda nos enseñó que no estamos solos cuando pensamos en que hay demasiado absurdo en el mundo, y que simultáneamente con la bondad y la alegría, se pasean rampantes la estupidez y la arbitrariedad. Lo mejor de Mafalda no fue que nos hizo pensar o reír. Mafalda nos hizo reír, luego pensar, para finalmente volver a reír al recordar que estamos en un mundo ‘del que no nos podemos bajar’.

Un profesor argentino dijo que si los docentes enseñaran cada clase sobre las tiras de Mafalda, tendrían alumnos con un pensamiento crítico más desarrollado, solidario y empático. Por eso seguramente, son las viñetas más socorridas por conferencistas y docentes para ilustrar cualquier situación. Difícilmente se pueden condensar tanto humanismo, sensibilidad social y humor en tan poco espacio como en un recuadro o una viñeta. Eso lo logró un genio que terminó siendo sicólogo colectivo con su lápiz y su análisis de la condición humana. Se llamó Quino.

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