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La compañera de vida

A continuación un cruce de mensajes que con carácter de primicia, tuve la oportunidad de conocer.

8 de febrero de 2020 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

A continuación un cruce de mensajes que con carácter de primicia, tuve la oportunidad de conocer. Fue entre un padre preocupado por el paso de los años en su hijo solterón y la respuesta de este:

“Querido hijo: no es fácil aconsejar a un hombre crecido pero tu soledad nos tiene preocupados a tu madre y a mí. Consideramos que vivir en pareja, construir un hogar, compartir tantos momentos entre esposos, su diálogo diario, el conocimiento mutuo, el disfrute de la intimidad, son elementos de gran conveniencia para un hombre. Creemos que tienes en nosotros un ejemplo interesante a seguir. No dejes pasar más los años sin tener una mujer a tu lado. Cada vez estás más exigente para conservarlas y no sabes lo dura que es la soledad en la vejez. Reflexiona por favor. Tu padre.”

La respuesta del hijo no se hizo esperar:

“Querido papá: valoro mucho tu preocupación por mí pero quiero darte tranquilidad. No estoy solo, tengo una compañía muy especial. Se llama Gertru. Su genio conmigo es invariable no como el de mi mamá contigo. Gertru siempre sale a recibirme e independientemente de la hora en la que yo llegue; su alegría y muestras de afecto son las mismas. Jamás me pregunta de donde vengo ni con quién estaba. No detalla la calidad de la loción ni identifica jabones chiquitos. No me hace reclamos innecesarios ni le parezco escaso de detalles, por ejemplo, no cae en cuenta de fechas de aniversario.

Todo lo que le traigo le gusta, sin que las marcas la alteren. Si mis regalos son repetidos, lo celebra como si fuera la primera vez. No me apaga el aire acondicionado, me respeta las emisoras del radio, no me cambia los canales del televisor cuando me duermo y vibra conmigo en los momentos de euforia. Siento que se da cuenta de mis momentos de tristeza y me acompaña acercando su cuerpo al mío, con la solidaridad y prudencia requerida.

No reclama sexo en momentos impertinentes y las muestras de afecto recíproco nos satisfacen. Como tantos jóvenes de mi generación, hemos decidido mirar el presente y no angustiarnos por la incertidumbre del futuro, ser felices, dar y recibir amor sin amarrarnos, luchar por un mejor comportamiento del medio ambiente y total respeto por la naturaleza. Esta se expresa en Gertru, mi compañera plena y solidaria, mi perra, que sin raza ni abolengos, complementa mi vida mejor que la mayoría de los humanos a quienes he aprendido a conocer.”

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