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¿Intervención en Emcali?

Ha causado sorpresa el Alcalde de Cali por una eventual solicitud de intervención de nuestras Empresas Municipales. Sería triste el paso, pues le estaríamos informando al país sobre nuestra incapacidad para...

22 de marzo de 2019 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Ha causado sorpresa el Alcalde de Cali por una eventual solicitud de intervención de nuestras Empresas Municipales. Sería triste el paso, pues le estaríamos informando al país sobre nuestra incapacidad para gerenciar lo público y la desidia de nuestra dirigencia sobre la más importante de nuestras empresas oficiales.

Sin embargo, conviene refrescar unos antecedentes: 1. La intervención inicial fue necesaria cuando Emcali se hizo inviable por el pésimo manejo financiero y administrativo que hicieron varios alcaldes y sus gerentes de confianza, al punto que las empresas se volvieron la caja menor del municipio, carente de independencia. Esa orgía les convenía a contratistas, políticos, sindicatos, medios de comunicación. Todos tras sus propios intereses callaron o participaron. 2. Vino la intervención del Gobierno Nacional. El sector financiero y los acreedores fueron extremadamente vigilantes. No cabía mucha creatividad en el manejo de los recursos, pero si buenas prácticas. La intervención de la politiquería disminuyó pues ya los concejales no podían chantajear al gerente con sus debates como acostumbraban. Sin embargo, Cali tenía nostalgia de liberarse del yugo centralista a toda costa y la pregunta diaria era: ¿Hasta cuándo la intervención? Algo así como: ‘¿Cuándo será que el médico se va y nos deja solos con el paciente?’.

Si ese paso se iba a dar, era necesario tener gobierno corporativo: un gran pacto donde trabajadores, Alcaldía, políticos y gremios concertaran el buen manejo futuro, como integrar la junta directiva, calidad de miembros externos, perfil del gerente, límites a la injerencia de la Alcaldía, etc. Lo comenzamos con los asesores españoles que lo hicieron para EPM. Este proceso se suspendió.

3. Gritos de libertad. Lo importante era devolver Emcali a la ciudad así las reglas no fueran lo suficientemente claras. Y pasó lo previsible. Renacieron las viejas prácticas previas a la intervención, funcionarios decentes atacados por concejales garosos, gerentes surgidos del corazón de los alcaldes, sindicatos soberbios. La lista es larga.
Mientras no veamos a Emcali como la empresa que todos debemos cuidar en el largo plazo, sino como la lechona de cada celebración, estaremos condenados a que menosprecien nuestra calidad gerencial y dirigencial.

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