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El Día del Beso

Este 13 de abril se celebró el Día Mundial del Beso. Para mí fue una sorpresa esta conmemoración, que tiene su origen en el récord Guiness de una pareja tailandesa que duró 58 horas hasta convertirlo en el beso más largo de la historia.

15 de abril de 2017 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Este 13 de abril se celebró el Día Mundial del Beso. Para mí fue una sorpresa esta conmemoración, que tiene su origen en el récord Guiness de una pareja tailandesa que duró 58 horas hasta convertirlo en el beso más largo de la historia.

Besarse por batir un récord me parece un programa malísimo, en medio de espectadores, cámaras y poco romanticismo. No es el beso alusivo a aquella muestra de afecto entre amigos argentinos, ni el del tío querendón. Mi referencia es al beso cargado de pasión y gusto, ojalá con amor.

No dudo es de la importancia del beso en cada historia personal, al punto que se cree que la gente recuerda con mayor emoción el primer beso que su primera relación sexual. El beso es una estación fundamental en la relación de pareja, paso inevitable incluso para llegar a etapas cargadas de más erotismo.

La literatura y el arte le han dedicado páginas maravillosas al beso por lo que representa. Una de las descripciones más bellas la hizo Julio Cortázar en Rayuela, donde cita los sabores y temperaturas de ese viaje delicioso a una boca deseada. Sin embrago, Amado Nervo tiene un pequeño poema llamado ‘El primer beso’ en el cual describe la alegría inolvidable que sentimos cuando logramos el primero y nos alejamos brincando de la felicidad cono dueños del mundo que acabamos de descubrir.

En pintura me fascina el beso de Klimt y en escultura el de Rodin, pero hay para todos los gustos pues el arte es abundante en homenajes a este encuentro tembloroso de labios compenetrados. Entre las mejores frases que he leído sobre besos es de una pensadora probablemente contemporánea de Sor Juana Inés de la Cruz, Amparo Grisales, a quien le preguntaron cuál fue su mejor beso y ella contestó “Me lo dieron la semana pasada y empezó en la boca”.

La neurociencia ha encontrado las bondades del beso por la liberación de neurotransmisores que generan felicidad. Los fisiólogos tienen claro que los labios están llenos de terminaciones nerviosas sensibles que animan a continuar un buen beso. Por eso la memoria de los besos hace parte del más preciado botín que cada uno lleva hasta su muerte.

Eso es algo que no se celebra en un día, sino toda una vida.

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