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El día de la fertilidad

Pasó inadvertido en los medios colombianos una reciente polémica en Italia donde...

26 de noviembre de 2016 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Pasó inadvertido en los medios colombianos una reciente polémica en Italia donde la Ministra de Sanidad decidió celebrar el Día de la fertilidad. Su argumento fue la baja natalidad en Europa. Italia, por ejemplo, tiene una tasa de 1,6 hijos por familia y España 1,7. También en Colombia este indicativo ya es inferior a dos hijos, mientras a mediados del siglo pasado la tasa llegó a ser de cinco. El otro argumento de la Ministra era la ‘tardanza’ de las ciudadanas para encargar sus descendientes. El promedio en Italia es 30,7 años, en España 30,6 y hay países como Corea donde están en los 31 años. La Ministra sostuvo que la mejor edad reproductiva es a comienzos de los 20 y la tendencia estaba generando problemas de salud pública.Los eslóganes como ‘Muévete, no esperes que la cigüeña llegue’ o ‘La belleza no tiene edad, la fertilidad sí’ generaron reacciones sobre los derechos de la persona. “Cada uno decidirá cuándo encargar y cuando abstenerse”, fue la respuesta de los opositores, además de alusiones sexistas. Lo cierto es que la gente en materia de relaciones íntimas no quiere sentirse acosada. Además, cuando esas relaciones son en busca de fertilidad, por sublime que sea el objetivo, no dejan de volverse terapéuticas y se “aplaza el gustico”, como dijo alguien. Cuando el ginecólogo dice, en vista de los ‘disparos de salva’, es decir sin munición exitosa, que la pareja debe realizar sus actividades el miércoles de tal semana, con recomendaciones de posturas durante y posteriores al evento íntimo, se le da un orden del día por el cual el acto sublime pasa a ser protocolario, al punto que en las dudas sería mejor llamar a Fanor Luna, inolvidable jefe de relaciones públicas de la Gobernación y no al ginecólogo. Fanor siempre sabía que hacer a continuación.De otra parte la suegra siempre agrava el hecho con consejos relacionados con la luna y no falta la amiga pitonisa que recomienda encomendarse a unos beatos antioqueños de una familia numerosa: el beato Noé Tirado que se invoca ante la frialdad del cónyuge y el beato Abraham Tirado si la relación fue grata.Lo cierto es que la intimidad debe ser fluida y auténtica. En el Hotel Hilton Cartagena se contaba como anécdota que el político liberal Fabio Lozano Simónelli, de reconocida chispa etílica y humorística, estaba sentado en el lobby bar del hotel, en un sitio por donde pasaban todas las parejas que regresaban de las fiestas y de la ciudad amurallada, para tomar el ascensor del hotel. Lozano, prendido, abrió un ojo y exclamó: “Pobres tipos. A todos estos les toca llegar a tirar”.El desparpajo en la intimidad facilita la concentración. Por eso admirábamos a un recatado caballero bugueño, muy religioso, quien casó en Bogotá con distinguida dama. En las noches ganosas, cuentan que el piadoso señor se arrodillaba ante la cama conyugal de cobre y mirando al techo, decía con fe: “¡Dios mío, no es por vicio, ni por fornicio, sino en tu santo sacrificio!”, y sin perder la concentración daba un salto para hacer quedar bien a Buga en la fría Capital. Supongo que después la pareja le rezaba a Abraham Tirado.

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