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El detective del más allá

Lo cierto es que el temor a la búsqueda de justicia desde el más allá es impresionante. Incluso varios mártires de la Iglesia lograron su santidad por sus apariciones después de las decapitaciones de las que fueron víctimas.

23 de julio de 2021 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Uno de los aspectos más escalofriantes del asesinato del presidente de Haití Jovenel Moïse y que además dio valor a la tesis que al menos uno de sus homicidas es haitiano fue que a Moïse le sacaron el ojo izquierdo, práctica del vudú que tiene como propósito que el alma del difunto no siga a sus asesinos desde el más allá.

Este macabro hecho me llevó a recordar un velorio al cual asistí hace varios años para acompañar a un empleado de la entidad con la cual yo trabajaba. Un hermano suyo fue asesinado y se rumoraba que era un ajuste de cuentas del narcotráfico. Estaba yo dándole el pésame a nuestro colaborador, cerca del féretro, cuando la viuda abrazó el cadáver e involuntariamente le corrió la mortaja dejando sus pies al descubierto.
Era inevitable ver en este como sus dedos gordos, pálidos, estaban amarrados entre sí por un cáñamo o bejuco. Tan prudente como sorprendido le pregunté a alguien la raíz de ese patético nudo y me contestó: “¡El alma estará penando por ese amarre y solo hasta que descubran el asesino, podrá desatarse!”.

Lo cierto es que el temor a la búsqueda de justicia desde el más allá es impresionante. Incluso varios mártires de la Iglesia lograron su santidad por sus apariciones después de las decapitaciones de las que fueron víctimas. San Dionisio de París, tras ser decapitado durante la persecución de Aureliano en el Siglo III se levantó de su lecho de muerte y le entregó su cabeza a un joven en el sitio donde se erigiría la iglesia en su honor. También en Zaragoza durante la invasión musulmana hay historias con el decapitado San Lamberto, al punto que la Iglesia tiene clasificados a los santos celáforos, referido a quienes hicieron sus apariciones mostrando su cabeza cercenada. Recientemente Julio Ortega, novelista peruano, escribió ‘Adiós Ayacucho’ en la que relata la historia del dirigente campesino Alfonso Canepa, torturado y desmembrado por la policía y aún así, sale de su fosa a reclamar en Lima las partes de su cuerpo que uno de sus asesinos se llevó.

Pero volvamos a Haití. ¿Por qué el ojo izquierdo? Los egipcios representaban al sol y el origen de la luz en el ojo derecho, el de Ra, la diosa principal. Leyendas africanas mencionan al ojo derecho como el del futuro y el izquierdo como el del pasado, el que tiene la historia. Todas estas elucubraciones le podrán ayudar a algunos de los militares colombianos a demostrar que fueron llevado como ‘ganchos ciegos’, o por lo menos como ‘ganchos tuertos’ y ya sabemos que es por el ojo izquierdo.

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