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Disciplina y responsabilidad

No basta que el restaurante o el bar invierta en medidas de bioseguridad si sus clientes se enloquecen ante la menor posibilidad de volver a interactuar socialmente

9 de abril de 2021 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Estoy convencido que gran parte de la difícil batalla contra el covid está en nuestra falta de disciplina y de responsabilidad para asumir el momento histórico. Gente que con teorías politiqueras menosprecia el virus. Otros que se creen más valientes o admirables porque no se vacunarán. Otros con delirio de autoinmunes que usan el tapabocas como babero, o peor aún, como llavero.

Hordas de jóvenes en fiestas y paseos, compartiendo las copas, pasándose el cigarrillo, bailando con cercanía. Olvidan que están practicando la danza de la muerte, en la cual no solo están arriesgando sus vidas sino las de todos a quienes tienen a su alrededor: padres, abuelos, parejas, jefes, compañeros de trabajo, empleados.

Sectores económicos completos agonizan por su falta de disciplina en la implementación de medidas seguras. Cuánto daría por ver a los bares y restaurantes dando ejemplo de comportamiento sectorial, esto es, dueños, empleados, clientes y competidores.

No basta que el restaurante o el bar invierta en medidas de bioseguridad si sus clientes se enloquecen ante la menor posibilidad de volver a interactuar socialmente. Nada nos ganamos si los competidores hacen fiesta a puerta cerrada y muchos lo saben, pero nadie denuncia. Al final, las sanciones llegarán como ya ha sucedido, para todo el sector.

En el mismo costal quedarán los emprendedores abnegados y juiciosos junto con los irresponsables y torcidos que solo miran el presente: la noche que les da unas utilidades, y no el mañana, con infectados y con muertos. Pero en todo caso, las autoridades se curan en salud, hacen cerrar todos los establecimientos y con ellos ingentes pérdidas de capital; se anulan las posibilidades de resurgir; se multiplica el desempleo, y los clientes vuelven a encerrarse para continuar este largo confinamiento en el que terminamos dudando de los médicos, de los gobernantes y hasta de nosotros mismos.

La vida no puede seguir entre el hambre por la carencia de ingresos y de otra parte, el encierro con la ausencia de sociabilidad y alegría. Ambos escenarios están afectando la salud mental colectiva en un mundo en el que precisamente, desde la mente, debería estar señalándose un norte de responsabilidad y disciplina para la recuperación. La ciencia, los gobiernos y el personal de salud están haciendo papeles heroicos con costos incalculables. Los ciudadanos tenemos que aportar nuestra parte con el manejo disciplinado de nuestra cotidianidad o seguiremos perdiendo la batalla.

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