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Ataques con drones

Como en muchas de las aplicaciones de la inteligencia humana, los drones no nacieron para la guerra pero el instinto agresivo del hombre, así los está convirtiendo.

10 de enero de 2020 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Como en muchas de las aplicaciones de la inteligencia humana, los drones no nacieron para la guerra pero el instinto agresivo del hombre, así los está convirtiendo. Inspirado como un vehículo óptimo para la investigación geográfica, climática, para la elaboración de videos, para la aspersión agrícola e incluso como un mecanismo para mejorar la movilidad, el dron fue evolucionando hasta convertirse en un instrumento recreativo, de relativo bajo costo y múltiple uso.

En un estudio de Price Waterhouse en 2016, se calculó que las ventas de drones en este 2020 llegarían a 127 mil millones de dólares. Su uso se popularizó de tal manera que hoy los drones son usados para los más particulares menesteres. Hace poco un amigo que estaba buscando una manera diferente de proponerle matrimonio a su novia, recibió una oferta de una serie de actividades que incluía la llegada a la terraza del restaurante de un dron que llevaría el paquete con el anillo de compromiso.

La muerte en Bagdad de Qasem Soleimani, el poderoso general que mató centenares de personas por sus odios religiosos, y de once personas más desde un dron a 30 mil metros de altura, muestra el manejo sofisticado de esta tecnología, que sin requerir avión tripulado y con exactitud matemática disparó contra la caravana encabezada por el temido militar iraní. Las amenazas en contra de Estados Unidos fueron inmediatas y se esperan venganzas. Una de las más grandes preocupaciones hoy es el uso de drones iraníes contra las instalaciones o intereses norteamericanos en el Oriente. Estamos frente a la guerra de las galaxias.

El uso de drones asesinos cambia las dimensiones de la seguridad. Los parámetros de revisar el plano cartesiano para analizar los riesgos a lo largo y ancho y a lo sumo a las alturas de edificios cercanos para prever sicarios o francotiradores, queda incompleta hoy ante el riesgo de drones que desde mucho más arriba puedan disparar.

Lo triste es que ante la popularización de las tecnologías, el incremento de los hackers y la elaboración a bajo costo de sofisticados procesos, nuestros países no serán ajenos al uso de estas armas voladoras. Recordemos que hasta hace poco era impensable que en nuestro Pacífico se construyeran submarinos que con cocaína llegaran a Europa. ¡Las cosas que se logran cuando se suma la inteligencia con la maldad!

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