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¿A quien le conviene?

Saqueos: Somos conscientes que ese cuadro de los saqueadores regresando a sus casas llevando el botín a cuentas puede ser el comienzo de una vocación consistente en que tras el disfraz de la protesta

30 de abril de 2021 Por: Eduardo José Victoria Ruiz

Los hechos violentos, con disfraz de protesta, sucedidos en Cali tienen múltiples reflexiones:

La estatua: Si bien es cierto la figura de Belalcázar se presta para un debate histórico, soy de los que consideran que hay que entender los contextos de tiempo y lugar antes de culpar. No creo que sea momento de condenar a Belalcázar por genocida, ni pensar que muchos de nuestros ancestros aborígenes por fratricidas o caníbales también merecen ser condenados hoy. Me parece mucho más preocupante justificar el derribamiento de nuestros iconos tradicionales con el pretexto que faltan estatuas de indígenas o de afros. Bienvenidos estos, pero su ausencia no puede ser el pretexto para destruir. Será que, con ese argumento, si la izquierda extrema llega al poder, ¿su política será expropiar a quien ha luchado por tener un patrimonio con el argumento que hay muchos que no tienen los mismos recursos? El manejo del sofisma de “una sociedad inequitativa “ es muy peligroso. Debemos trabajar por multiplicar las oportunidades para todos, pero no a costa de la destrucción de los patrimonios históricos, sociales o económicos.

Saqueos: Somos conscientes que ese cuadro de los saqueadores regresando a sus casas llevando el botín a cuentas puede ser el comienzo de una vocación consistente en que tras el disfraz de la protesta, ¿estará el robo y muchas formas de apropiarse de los bienes ajenos? ¿A quién le conviene?

Desafío a la autoridad: De lo más grave que está sucediendo es el desafío violento y aleve contra las autoridades. Hoy la fortaleza de la Policía y del Esmad no está en sus equipos de protección sino en el carácter resiliente y capacidad mental de aguante de sus integrantes. La lógica está desbordada pues los están llevando a ser factores de persuasión y no instrumentos para imponer la ley y recuperar el orden. ¿A quién le conviene?

Detrás de todo esto, es inevitable pensar que todo está calculado. Los abogados, la logística, las nuevas reglamentaciones, el discurso ambivalente de ciertas autoridades para trabajar el odio de clases y no condenar las conductas resentidas y demoledoras de nuestra cultura y nuestros bienes públicos y privados. Lo que ha sucedido encontró en la reforma tributaria una excusa. Sin ese inoportuno proyecto de ley, las agresiones se habrían coordinado igual para protestar contra el manejo del covid, la corrupción o el más nimio pretexto. Se trata de incitar al odio y fortalecer las bases para tomarse el poder en 2022 y llevarnos hacia un país inviable que lamentará su destino. ¿Nos dejaremos?

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