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Revocatorias politiqueras

La revocatoria del mandato fue una herramienta que el Constituyente del 91 creó con el objeto de que los electores castigaran a aquellos mandatarios que no cumplían lo que habían prometido en campaña.

22 de junio de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

La revocatoria del mandato fue una herramienta que el Constituyente del 91 creó con el objeto de que los electores castigaran a aquellos mandatarios que no cumplían lo que habían prometido en campaña.

La Constitución no establece que los alcaldes se deben revocar por malos, pues esa es una valoración subjetiva: lo que a alguien le parece malo a otro le puede parecer magnífico.

Como idea, la revocatoria es válida y democrática. Por desgracia, como otras tantas normas que incorpora la Carta, la politiquería la puede desvirtuar, pues no se está usando para sancionar a los mandatarios que traicionan la voluntad popular sino como un grosero acto de retaliación política.

Eso es exactamente lo que ocurre en Bogotá, con la revocatoria que le han montado al alcalde Enrique Peñalosa.

Para empezar, es absurdo que detrás de esa iniciativa estén los mismos sectores de la izquierda recalcitrante que malgobernaron Bogotá durante 12 años y la dejaron sumida en la peor crisis. Gustavo Petro, no contento con haber acabado con la ciudad, se dedicó, desde que salió de la Alcaldía, a boicotear la labor de su sucesor, que ha estado fundamentalmente encaminada a organizar el despelote que Petro dejó.
Pero como los colombianos tendemos a copiar lo malo, ahora sectores de la izquierda vallecaucana se han embargado en la aventura de promover la revocatoria de Maurice Armitage.

Los líderes de esa iniciativa, entre quienes figura Alejandro Ocampo, exponen para justificarla unos argumentos que no tienen nada que ver con el incumplimiento de lo prometido por Armitage en campaña. A ellos, simplemente, les parece que este Gobierno es malo. Y están en su derecho de creerlo. Pero ese no puede ser el argumento para meterse en ese berenjenal.

Así como a esa gente le parece malo este Gobierno, yo creo que está haciendo cosas para solucionar los dos mayores problemas de Cali: la inseguridad y los problemas de movilidad.

En cuanto a la seguridad, ha logrado bajar significativamente el número de homicidios. Este año, para no ir más lejos, esa cifra ha caído un 16 % frente al año anterior. Y eso no es producto del azar. Es la consecuencia del aumento de recursos para la Policía y del programa que se ha adelantado para sacar a los jóvenes de las pandillas, entre otros.

En movilidad, ya tiene listo el paquete de obras para desatorar el sur y el norte de Cali. Además, ha sido creativo para lograr recursos para mejorar la operación del MÍO. Y lo está logrando, como reflejan las estadísticas.

Ciertamente a Armitage le costó arrancar. Y es normal porque nunca había sido funcionario público y desconocía la complejidad de la Administración Pública. Pero me parece que ya le ha cogido el tiro al cargo.

Sumir, entonces, a Cali en el desgaste de una revocatoria, distraería a la Administración y le impediría enfocarse en solucionar los grandes problemas que tiene la ciudad.

Ojalá este sector de la izquierda que representa Alejandro Ocampo, que es diferente a esa militancia belicosa y resentida que encarna Wilson Arias y otros de su estirpe, entienda que no es momento de andar toreando avisperos.

De seguro para ellos, que son desconocidos para la mayoría de los caleños, enarbolar la bandera de la revocatoria puede representar réditos políticos. Pero como creo que Alejandro y su combo quieren a Cali, pueda ser que antepongan el interés de la ciudad a sus ambiciones políticas.

Sigue en Twitter @dimartillo

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