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¿Revocatoria, vale la pena?

Con ese fin, los promotores de ese proceso tienen tres meses. Aunque en realidad hay que recoger al menos 100.000 firmas porque muchas son rechazadas por la Registraduría. Pienso que con una alcalde con una desfavorabilidad del 80%, la recolección de las firmas es una meta lograble.

18 de noviembre de 2021 Por: Diego Martínez Lloreda

“Hay que hacer algo”.

Eso fue lo que respondió un amigo cuando le expresé mi escepticismo frente al éxito que pueda tener el proceso de revocatoria del mandato contra Jorge Iván Ospina.

Motivos para revocarle el mandato al actual Alcalde de Cali hay. Los contratos dudosos que ha firmado por doquier; el abuso de la figura de la urgencia manifiesta para eludir las licitaciones y, por encima de todo la falta de autoridad que mostró el Mandatario durante el paro nacional.

Ese último hecho bastaría para revocarle el mandato a Ospina. El Alcalde, a lo largo del paro, permitió que durante más de un mes permanecieran bloqueadas las principales vías de la ciudad, lo que generó un desabastecimiento de alimentos sin precedentes, la gente prácticamente no podía salir de su barrio, los ancianos adultos se quedaron sin quién los visitara; las colas en las bombas de gasolina eran kilométricas.

Entre tanto, los vándalos hacían de las suyas: destruyeron decenas de estaciones del MÍO, saqueaban supermercados, quemaban comercios. Durante al menos un mes, mayo, Cali parecía una ciudad en guerra.
Insisto, razones para revocar a Ospina sobran.

El problema es que ese mecanismo de la revocatoria parece diseñado para no funcionar. Los requisitos que se plantean son muy difíciles de cumplir.

Primero, se requiere recoger la firma de un número de ciudadanos que hagan parte del censo electoral territorial respectivo, equivalente al menos al (30%) de los votos obtenidos por el mandatario al momento de su elección. En el caso de Cali, dado que Ospina obtuvo 298,020 votos, se deben recaudar 89.046 firmas para que la Registraduría convoque la revocatoria.

Con ese fin, los promotores de ese proceso tienen tres meses. Aunque en realidad hay que recoger al menos 100.000 firmas porque muchas son rechazadas por la Registraduría. Pienso que con una alcalde con una desfavorabilidad del 80%, la recolección de las firmas es una meta lograble.

Lo complicado viene luego. Una vez que la Registraduría certifica que las firmas recaudadas constituyen al menos ese 30% de la votación que obtuvo Ospina, el órgano electoral tiene dos meses para convocar a las urnas.

Para revocarle el mandato a Ospina se requiere que quienes lo apoyan sean al menos la mitad más uno de quienes acudieron a votar. Pero para que esa elección sea válida es necesario que el número de sufragios no sea inferior al 40% de la votación total válida registrada el día en que se eligió al respectivo mandatario. En las elecciones de 2019 hubo 785.508 votos válidos, con lo cual es necesario que acudan a las urnas 303.404 ciudadanos.

Conociendo el ‘meimportaculismo’ de los caleños, convencer a más de 300.000 ciudadanos a que acudan a las urnas, va a estar de para arriba.

Ese es el punto que me preocupa y me genera escepticismo sobre este proceso. Aunque pensándolo bien, si quienes apoyan a la revocatoria superan a los que la rechazan, así no se llegue, sería una sanción moral contundente contra el alcalde Ospina. Cualquier mandatario ante semejante derrota renunciaría. El problema es que la sensatez no es precisamente el fuerte de Jorge Iván Ospina.

Ojalá me equivoque y el día en que se vote la revocatoria los caleños acudan masivamente a las urnas. A pesar de mi escepticismo, seré el primero en ir votar ese día.
Sigue en Twitter @dimartillo

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