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Que hablen las víctimas

No voy a dedicar esta columna a contar el incidente en el que me vi involucrado con un guarda de Tránsito hace dos semanas. Y no lo haré por dos razones.

15 de junio de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

No voy a dedicar esta columna a contar el incidente en el que me vi involucrado con un guarda de Tránsito hace dos semanas.
Y no lo haré por dos razones.

Primero, ha sido una regla de oro en los veintitantos años que he tenido este espacio no tocar temas personales en él. Pero, sobre todo, aspiro a que este caso se resuelva en la instancia que corresponde, la Personería Municipal, donde ya interpuse la queja respectiva. Ese ente de control deberá dirimir si yo cometí una falta grave, que ameritaba la drástica sanción que me impusieron, y que por cierto ya pagué, o si se trató de un abuso de autoridad.

Pero como tengo el privilegio de contar con esta tribuna, hoy quiero usarla para visibilizar algunas situaciones que han padecido, por cuenta de guardas de tránsito, ciudadanos del común que me escribieron a mi cuenta de Facebook, a raíz del incidente en mención.

Veamos, entonces: “En un retén , me pusieron una multa por cambio de color y motor del carro, sin siquiera abrir el motor. Me inmovilizaron el carro, cuando llegué al Tránsito, me dijeron qué pena nos equivocamos. Puse mil quejas (...) La multa me tocó pagarla y, hasta el sol de hoy, no ha pasado nada. El guarda igualmente dijo a estas ‘viejas’ hay que ponerlas a pagar”: B. Ocampo.

“Lo que usted dice también le pasó a un familiar en una moto. Tenía todos los documentos en regla y el guarda comenzó a mirar la moto por toda parte buscando a ver por qué lo podía multar, con tan mala suerte que no le pudo sancionar porque no había ninguna falla en la moto”: I. Passage.

“Yo fui abogado de aseguradoras y me tocó lidiar con esos señores del Tránsito y me hastié de esa corrupción tan extrema (...) a una clienta mía tiempo atrás le inmovilizaron el carro porque tenía una pequeña rayita de rotura en su parabrisas, y no hubo “Santa Lucía” que valga para hacer entrar en razón a “la autoridad”. Eso sí, si le ofrece $300 mil, quizás sí”. D. Porras.

“Hoy 12:30 pm, diagonal al Gato del Río, guardas con sus planchones haciendo retén a carros sólo de gama media y alta, pidiendo todo revisando todo. Y las gualas destartaladas pasan tranquilas, igual piratas saludándolos. Increíble”. E. Quijano.

“Una vez, caídas las 6:00 p.m. y ya estando en el round point de Siloé, a dos minutos de llegar a mi casa, iba con mi pareja en la moto, con la mala suerte que nos cogió la noche sin que sacáramos el chaleco reflectivo. En un retén nos pararon y el guarda que nos iba a poner la multa llamó a mi pareja y le dijo ¿Entonces cómo vamos a arreglar? Preferimos pagar la multa a pagarle un soborno a ese tipo”: K. Bolaños.

El reducido espacio de esta columna no me permite publicar más casos. Pero quiero cerrar este pequeño muro de las lamentaciones con el testimonio de unos de los caleños más respetados y admirados, Jeison Aristizábal, elegido héroe de la CNN el año anterior, gracias a la maravillosa labor que adelanta con su fundación Asodisvalle, que se dedica a ayudar a niños de escasos recursos que padecen alguna discapacidad.

Dice Jeison: “Si le contara los atropellos de los guardas a los niños con discapacidad. Hasta los han bajado de la buseta escolar por una formalidad. Debemos terminar con los guardas de tránsito y entregarle el control de la movilidad a la Policía”.

No podría estar más de acuerdo con Jeison. Pero que tenga cuidado nuestro héroe porque hacer públicamente esa propuesta le puede costar una ‘ejemplar’ retaliación.

Sigue en Twitter @dimartillo

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