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Prebendas impresentables

Una cosa es tratar bien a los empleados y otra otorgarle concesiones estrafalarias. Máxime si el dinero con que se pagan es público.

24 de marzo de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

Los empleados públicos (de libre nombramiento y remoción) cuentan con tres primas al año. Los oficiales (sindicalizados y cobijados por convención colectiva) reciben cinco primas.

Todos los trabajadores gozan de una prima de antigüedad a partir del cuarto año de trabajar en la compañía. Entre el 2012 y el 2015, la empresa destinó $40.215 millones para el pago de beneficios educativos a los trabajadores...

Esos son apenas algunos de los beneficios que reciben los empleados de Emcali y que el alcalde Maurice Armitage calificó de “impresentables”. (los beneficios, no los empleados).

Armitage tiene toda la autoridad para hacer esa afirmación: como empresario se ha distinguido por su generosidad con los empleados (en Sidoc pagan muy bien y parte de las utilidades se reparten entre los trabajadores). Pero una cosa es tratar bien a los empleados y otra otorgarle concesiones estrafalarias. Máxime si el dinero con que se pagan es público.

Hubo épocas en que Emcali era tan rentable que podía darse esos lujos. Pero en 1994, ¡hace 23 años!, se expidió la Ley 142 que creó la competencia en la prestación de los servicios públicos, con lo cual el monopolio que ejercían empresas como Emcali llegó a su fin. Esa ley obligó a las entidades públicas a volverse eficientes para competir con los privados que incursionaron en esa actividad. Pero parece que muchos en Emcali aún no se enteran.

(A decir verdad, la mayor culpa de que en Emcali existan prebendas “impresentables” la tienen sus antiguas administraciones, que ante cualquier amago de huelga les daban a los empleados todo lo que pedían con tal de preservar la “paz laboral”).

El primer negocio que colonizaron los privados fue el de las telecomunicaciones. Y con una enorme agresividad y mucho billete pronto se adueñaron de él. Siendo justos, en Cali algunos sí se percataron de esa amenaza y por eso durante el gobierno de Ricardo Cobo se trató de escindir el área de comunicaciones de Emcali, para buscar salvarlo, con el apoyo de un inversionista privado.

Pero la politiquería y la presión sindical frustraron esa iniciativa. Debido a lo cual ese componente, que hace dos décadas valía dos billones de pesos, hoy, a lo sumo vale el 10% de eso.

Total, ahora Emcali está encartada con ese componente, al que el 70% de los ingresos se le van en el pago de los costos laborales. Y pronto saldrá, otra vez, a buscar socio estratégico. No para hacer el negocio del siglo, sino para quitarle a la empresa la carga que comunicaciones representa. ¿Habrá alguien interesado? difícil, y menos si al ‘socio’ se le exige preservar los beneficios de los empleados de la unidad.

A estas alturas no se trata de discutir las causas de la crisis de Emcali. Lo que es indudable es que si no se modifican las condiciones laborales de la compañía, más temprano que tarde aparecerá un privado eficiente que le quite lo que le queda de mercado, sobre todo en energía, que es el área rentable. Lo que, de hecho, ya está sucediendo porque buena parte de las empresas instaladas en la región tienen proveedor de energía que les presta el mismo servicio, o mejor, por un precio menor.

Esas son las leyes del mercado y contra ellas no hay pataleta que valga.
La alternativa que tienen los empleados de Emcali es simple. O renuncian a esas prebendas “impresentables” o en poco tiempo Cali se quedará sin su empresa de servicios y ellos, sus trabajadores, se irán al asfalto.

Sigue en Twitter @dimartillo

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