El pais
SUSCRÍBETE

Papaya total

La principal de ellas, que mientras exista el lucrativo negocio del narcotráfico, la paz total, y hasta la parcial, serán una utopía.

8 de diciembre de 2022 Por: Diego Martínez Lloreda

Un aterrizaje forzoso fue el que tuvo el sueño de la paz total del presidente Petro, tras el cobarde asesinato de seis jóvenes militares por parte de las disidencias de las Farc, ocurrido en la madrugada del martes, en zona rural de Buenos Aires, Cauca.

Ese hecho atroz ratifica varias cosas, que los colombianos, excluyendo al Presidente, teníamos claro.

La principal de ellas, que mientras exista el lucrativo negocio del narcotráfico, la paz total, y hasta la parcial, serán una utopía.

La columna que atacó a los militares no está integrada por insurgentes idealistas sino por despiadados bandidos que forman parte de una de las bandas que se disputan el control de los cultivos y del tránsito de la coca en el sur del país.

Para los sesudos observadores políticos, este ataque se debió a la intención de los grupos residuales de las Farc de mostrar su capacidad de combate, con el fin de fortalecer su posición de cara a una eventual negociación de paz con el Gobierno.

Los militares aseguran que la emboscada fue una retaliación de esos grupos residuales por los golpes que la Fuerza Pública les ha propinado.

Yo creo que la motivación de ese ataque fue mucho más simple. Como lo han hecho muchas veces, las disidencias golpearon en Buenos Aires para concentrar la atención de las FF. MM. en ese punto, con el fin de que les despejaran otra zona por donde necesitaban sacar un cargamento.

Lo que es inexplicable es que hayan mandado a unos muchachitos sin ninguna experiencia a meterse a la boca de lobo. Esa era pelea de tigre con burro amarrado: los atacantes era unos bandidos curtidos en mil batallas y los atacados, unos pichones de soldados con poco entrenamiento y menos conocimiento de la guerra.

A esa zona hay que enviar soldados profesionales, tan experimentados como los bandoleros y que no den papaya como lo hicieron esos jóvenes, al armar un campamento como de ‘boy scouts’, en una zona atestada de cultivos ilícitos, de rutas del narcotráfico y de grupos ilegales.

Volviendo a la utopía de la paz total de Petro, hay que decir que esa intención del Presidente suena muy loable y muy atractiva pero es irrealizable.

Basta con mirar lo ocurrido con los acuerdos de paz con las Farc. El resultado de ese generoso pacto es que los viejos miembros del Secretariado, que ya no estaban para combatir nada, más allá de sus propios achaques, se desmovilizaron y tuvieron una jubilación dorada, con curul incluida.

Mientras tanto, los verdaderos combatientes, Gentil Rojas, el Paisa y compañía, siguieron delinquiendo y sacándole jugo al muy lucrativo negocio del narcotráfico.

Es un tema de negocios: simplemente el Estado no tiene como ofrecerles a esos bandidos que siguen vigentes unos ingresos ni parecidos a los que el narcotráfico les entrega.

Algo similar ocurrirá con la negociación con el ELN, al cabo de la cual Antonio García y Gabino y los demás integrantes del Coce, que están viejos y enfermos, entregarán las armas. Pero Pablito y otros jefes intermedios que están vigentes, se mantendrán en el monte haciendo plata y daño.

Insisto, mientras el negocio del narcotráfico exista, no será posible ninguna paz real, ni menos total.

Lo peor es que esa actividad, lejos de marchitarse, está en pleno crecimiento, ante la falta de interés y de estrategias serias por parte del Estado para erradicar los narcocultivos y combatir a los narcotraficantes.

AHORA EN Diego Martinez Lloreda