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No hay que dar papaya

Se le vino el mundo encima al alcalde Maurice Armitage, por haber pronunciado esa frase cuando le preguntaron qué hacer frente al aumento de los delitos de alto impacto en la ciudad, como el hurto callejero.

6 de julio de 2017 Por: Diego Martínez Lloreda

Se le vino el mundo encima al alcalde Maurice Armitage, por haber pronunciado esa frase cuando le preguntaron qué hacer frente al aumento de los delitos de alto impacto en la ciudad, como el hurto callejero.

Los cobardes, que se esconden tras el anonimato para vomitar su bilis en las redes sociales, la emprendieron contra Armitage por decir una cosa que tiene todo el sentido del mundo.

Es un tema elemental. La seguridad no es un asunto que competa exclusivamente a la Policía. La seguridad empieza por uno mismo. Y uno tiene que entender que vivimos en Cali y no en Estocolmo.

Pero, incluso, en las capitales más avanzadas, el que da papaya sufre sus consecuencias. Por eso en los sistemas de transporte masivo como el Metro, los hombres no se meten el celular en el bolsillo de atrás y las mujeres no le quitan el ojo a la cartera porque saben que, ante cualquier distracción, los ‘cacos’ le echan mano a lo que encuentren.

En Cali uno ve a las señoras en plena calle hablando por el celular a grito herido. Están dando papaya. O se suben al MÍO y descuidan la cartera. Están dando papaya.

Precisamente, uno de los mayores motivos de conflicto entre las parejas surge cuando se suben al carro y las señoras sacan el celular de la cartera y se agarran a llamar cuanta amiga se les ocurre o a responder chats. Y, además, montan en cólera cuando el marido le advierte, como cualquier Armitage, que están dando papaya.

Eso no significa que la fórmula para reducir la incidencia de los delitos de alto impacto sea exclusivamente no dar papaya. Pero sí contribuye que la gente no haga pendejadas que faciliten el accionar de los rateros. La ocasión hace al ladrón, decían las abuelas.

Pero el aporte de la ciudadanía al mejoramiento de la seguridad no debe limitarse a no dar papaya. Puede tener un papel mucho más activo en ese propósito.

De hecho, en Cali hay varios ejemplos de ello. En la Comuna 22, una de las más afectadas por los robos a las casas, la comunidad se organizó. Montaron cámaras de seguridad y establecieron un chat con el cuadrante del sector, en el que le informan en tiempo real cualquier situación sospechosa. Tienen hasta un comité de seguridad.

Y en el barrio Santa Rita hicieron algo similar. Hasta montaron una alarma comunitaria que alerta a los vecinos cuando ocurre algo irregular. En ambos casos hay un trabajo permanente y estrecho con la Policía.

Los resultados, tanto en la zona de Pance como en Santa Rita han sido muy positivos: se ha producido una importante caída de los robos a residencias.

Moraleja, frente al acecho del hampa los caleños podemos hacer una de dos cosas: 1. Echarle la culpa al Alcalde y encenderse en las redes sociales a hablar mal de él, como cualquier político barato en campaña.

2. Entender que la seguridad empieza por uno mismo, procurar no facilitar la acción de los ‘cacos’ y organizarse con los vecinos para formar un frente común que intimide a los bandidos.

Insisto, tomar medidas no lo blinda a uno contra la acción de los delincuentes, pero sí minimiza esa posibilidad.

Los ladrones, que no suelen ser pendejos, siempre procurarán actuar contra la gente que no hace nada para evitar que lo roben. O como diría el Alcalde, contra los que dan papaya.

Sigue en Twitter @dimartillo

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