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La 'adicción' de Angelino y Dilian

Más adictivo que la heroína, la cocaína, o el alcohol. Así es...

11 de septiembre de 2015 Por: Diego Martínez Lloreda

Más adictivo que la heroína, la cocaína, o el alcohol. Así es el poder. Muy pocos de los que se enganchan en él pueden dejarlo. Por eso, se me ocurrió crear una institución, que llamaré Políticos Anónimos, P.A., y que se dedicará a la noble tarea de ayudar a superar esa terrible adicción, a quienes la padecen.Le ofreceré la dirección de P.A. a Belisario Betancur, quien en un gesto de desapego por el poder casi único en Colombia, una vez dejó la Presidencia se marginó de la política y se dedicó a actividades más edificantes como escribir poesía y promover la cultura. Incluso, ya tengo los dos primeros candidatos a pacientes de P.A., a quienes someteremos a un tratamiento de choque para liberarlos de esa dependencia. (Aclaro que ninguno de ellos es Álvaro Uribe, cuya adicción al poder, y a los ‘voticos’, me temo que es incurable). El primero de mis potenciales pacientes es Angelino Garzón. Su historia clínica dirá que ha sido Ministro, Gobernador, constituyente, embajador y vicepresidente. Semejante sucesión de cargos públicos lo han convertido en un adicto voraz de ‘poderoína’. Al punto de que una vez salido de la Vicepresidencia parece haber padecido un agudo síndrome de abstinencia, que lo llevó desesperadamente a tratar de ser alcalde de cualquier ciudad. Para fortuna de los bogotanos, Angelino optó por lanzarse a la Alcaldía de Cali. Y su adicción es de tal magnitud que ni siquiera los evidentes quebrantos de salud que padece lo disuadieron de intentar engancharse a una nueva parcela de poder. Alguien que no esté cegado por tan severa dependencia entendería que para ser alcalde de una ciudad tan compleja como Cali hay que estar en pleno uso de sus facultades físicas. Y que si la salud no le da para aguantar el trote de una campaña (da pena ajena ver cómo se queda dormidito en los debates) mucho menos le va a dar para administrar semejante berenjenal de ciudad que es Cali.Angelino es, pues, un caso extremo de adicción a la nefasta ‘poderoína’, pero con B.B. haremos lo posible para curarlo.Otro caso severo de dependencia a la ‘poderoína’ es el de Dilian Francisca Toro. A pesar de que ha sido concejala y alcaldesa de Guacarí, secretaria de salud del Valle, congresista varias veces y Presidenta del Senado, tal sobredosis de poderoína no le ha bastado y va por más. Ahora quiere ser Gobernadora del Valle. El ‘mono’ (como le dicen los españoles al síndrome de abstinencia) que padece la ‘mona’, desde que dejó la curul, le ha impedido ver la inconveniencia de ser candidata cuando el proceso judicial que afronta aún no se ha resuelto. Inconveniente para ella, porque como ha ocurrido durante toda la campaña no han hecho sino enrostrarle ese ‘pendiente’. Pero sobre todo inconveniente para el Valle que se expone a quedar sin gobernador, en caso de que ese proceso termine mal para Dilian. Qué bueno que hubiera esperado a que ese tema se resolviera para lanzar su aspiración. Pero las adicciones son así y la de Dilian la ha empujado a aventurarse a esa candidatura, a pesar de los riesgos que corre.Los caleños y vallecaucanos podemos contribuir de forma decidida a la recuperación de este par de adictos, no eligiéndolos el 25 de octubre. Veo factible que a Angelino le prestemos ese servicio. Pero en el caso de Dilian no me doy muchas esperanzas, pues lo más probable es que arrase en esos comicios. Excelente resultado para su aspiración, pero pésimo para su adicción.

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