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Jeison no es un héroe

“Cómprele a su hijo una caja de embetunar que él no va...

16 de diciembre de 2016 Por: Diego Martínez Lloreda

“Cómprele a su hijo una caja de embetunar que él no va a servir para nada más en la vida”.Eso fue lo que le dijo a María Emilia, la madre de Jeison Aristizábal, el médico que la atendió cuando ella decidió consultar a un especialista, tras notar que, al cumplir dos años, el niño no hablaba ni caminaba. El diagnóstico del facultativo fue crudo y tajante: Jeison padecía parálisis cerebral y estaba destinado a ser poco más que un ente. María Emilia no se resignó ante tan demoledora sentencia. Y decidió que su hijo iba a ser alguien normal. Entonces, Jeison ingresó a un colegio para niños normales, donde fue objeto de eso que ahora llaman ‘bullying’ y que antes denominábamos ‘montadera’.“Jeison está borracho”, le decían sus compañeros de clase, al ver que el niño caminaba torcido. Jeison se devolvía llorando a su casa. Y María Emilia lo volvía a despachar para el Colegio. Con el paso de los días, los niños se acostumbraron a la compañía de ese ser que caminaba y hablaba raro. Pero que tenía las ideas muy claras. Y Jeison terminó destacándose como estudiante y hasta fundó una emisora escolar. Más adelante a Jeison se le metió aprender a andar en bicicleta. Y después de muchos porrazos lo logró. La independencia que le dio tener su propio medio de locomoción le permitió desplazarse por todo su barrio. En una de esas incursiones, alguien le contó que en un rancho habitaba un niño que también tenía parálisis cerebral. Jeison fue a esa casa y en un cuarto oscuro encontró a ese muchacho que permanecía preso en una cama y nunca había visto el sol.Jeison, entonces, se dio a la tarea de conseguir para ese niño una silla de ruedas. Y logró que una periodista amiga publicara en el medio en el que laboraba un aviso pidiendo una silla. Y la silla apareció. Y el niño rompió las cadenas de esa cama. Y pudo ver el sol.Entonces, Jeison se convirtió en el niño del barrio que conseguía sillas de ruedas. Ese fue el germen de Asodisvalle, la fundación que creó Jeison hace casi 20 años y que hoy atiende a 480 niños en condición de discapacidad. Esa historia, que tiene muchos más detalles, fue la que le mereció a Jeison el premio del Héroe CNN 2016. Su superación personal, en sí misma, hubiera merecido un premio. Monta en bicicleta, maneja carro, se graduó de bachiller, estudia sus últimos semestres de derecho. Y hasta se convirtió en un solicitado conferencista y motivador. Pero lo realmente valioso es lo que ha hecho por los demás. Primero, ha logrado convencer a centenares de madres de niños con discapacidad que tener ese hijo no es ninguna maldición. Y, lo más importante, le ha dado sentido a la vida de centenares de jóvenes que pudieron terminar en una cama postrados, como aquel niño al que Jeison le consiguió la silla de ruedas. Pero el valor de Jeison no solo radica en la inmensa obra que ha desarrollado. Además es un bacán, un ser agradecido con la vida, un sonrisa fácil que uno aprende a querer y admirar desde el instante que lo conoce. Y ese increíble carisma lo sabe usar muy bien, pero no en provecho propio sino de su misión.A pesar de lo que dice CNN, a mi Jeison no me parece un héroe. Me parece mucho más. Es lo más parecido que conozco a un ángel. Y no exagero. O si no pregúntenle a esos 480 niños que acuden a Asodisvalle quién es su ángel de la guarda. Lástima que nadie le dé un premio al ángel del año.Sigue en Twitter @dimartillo

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