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Infamias de primera línea

Lo primero que no entiendo es cómo va a hacer Ospina para reconocer nada de estos individuos por que se la pasan encapuchados. Así no hay reconocimiento posible.

3 de junio de 2021 Por: Diego Martínez Lloreda

“Reconocer a La Unión de Resistencia-Cali Primera Línea Somos Todos como movimiento autónomo de articulación de los puntos de RESISTENCIA para la interlocución en el diálogo social con la institucionalidad y la sociedad.”

Este es el punto uno de la parte resolutiva del decreto mediante el cual el Alcalde de Cali se bajó los pantalones, perdón, sentó las bases de la mesa de diálogo con los autores de los bloqueos que tienen azotada la ciudad desde el pasado 28 de abril.

Lo primero que no entiendo es cómo va a hacer Ospina para reconocer nada de estos individuos por que se la pasan encapuchados. Así no hay reconocimiento posible.

Lo segundo que me parece inadmisible es que Ospina les dé estatus de interlocutores a los bloqueadores a cambio de nada. Cualquier negociación consiste en que una parte cede en algo si la contra parte hace lo mismo. Pero en esta no. De entrada el Alcalde los legitima a cambio de cero pollitos.

Lo mínimo que se les debió exigir para darle semejante trato preferencial a los bloqueadores de todas las líneas fue que desbloquearan las vías. Y una vez desbloqueadas, que se sienten a dialogar. Porque es cierto que a esos muchachos hay que escucharlos, pero con unas reglas mínimas.

Otra cosa que indigna es que el decreto se refiere a los bloqueos como “puntos de resistencia”, lo que automáticamente legaliza esas vías de hecho, que tanto daño le han hecho al Valle y a Colombia.

Con este decreto, Ospina redondea el manejo funesto que le ha dado a la situación de orden público que ha vivido Cali en el último mes. Ni uno solo de los desbloqueos que se han producido en la ciudad, han ocurrido gracias a la gestión del Mandatario local.

Los más emblemáticos, los de Meléndez y Sameco fueron posibles gracias a la acción de la Fuerza Pública, ordenada desde Bogotá. Algunos otros, merced a la concertación entre las com unidades y los bloqueadores. Y unos más porque la gente, cansada del abuso de los bloqueadores y de la inacción del Estado, abrió las vías a la brava.

Otro detalle muestra las incoherencias del Alcalde: mientras se presenta como el hombre más preocupado por las inequidades sociales de Cali acaba con los programas que buscaban menguar esas inequidades: El programa TÍOS, Territorios de Inclusión y Oportunidades, creado por Rodrigo Guerrero y el programa de gestores de paz, gestado por Armitage, mediante el cual se pudieron sacar de su entorno violento a centenares de pandilleros.

Y además, redujo a la mitad el presupuesto del programa de comedores comunitarios que alimentaba a 50.000 caleños a diario.

No es casualidad que Jorge Iván Ospina sea el alcalde menos popular entre los mandatarios de las grandes capitales del país. No solo por los escándalos de corrupción que han salpicado su administración sino por su falta de autoridad, sus incoherencias permanentes y por su inacción en una de las peores crisis que ha vivido Cali.

Claro que a estas alturas uno no sabe qué es peor: que Ospina se quede de manos cruzadas mientras los vándalos destruyen la ciudad o que intervenga para empoderar a esos vándalos.

Una de las pocas cosas en que se ponen de acuerdo la mayoría de los caleños es en que están pésimamente gobernados.

Y lo peor es que esta Administración nefasta apenas empieza.
Sigue en Twitter @dimartillo

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