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Gravísimo

Las cifras no mienten. Durante el último año de la Administración Ospina, el 2011, se produjeron en Cali 1825 muertes violentas. Y bajar esa tendencia le costó sangre, sudor y lágrimas a su sucesor Rodrigo Guerrero.

17 de octubre de 2019 Por: Diego Martínez Lloreda

“Ospina, cuando fue alcalde, nunca reunió un consejo de seguridad y en esos cuatro años los homicidios volvieron a subir la tendencia que teníamos porque no había esa relación de confianza de Administración con Policía, Fiscalía, Medicina Legal, me pareció gravísimo”.

Esa fue una de las razones que esgrimió el exalcalde Rodrigo Guerrero para apoyar la candidatura a la Alcaldía de Roberto Ortiz, quien, según afirma el exmandatario, se comprometió a continuar la estrategia contra las muertes violentas que adoptaron las dos últimas administraciones locales.

El temor de Guerrero es que si llega a la Alcaldía Jorge Iván Ospina, vuelva a desmontar la política que en esa materia el Municipio ha sostenido en los últimos 25 años. Lo cual sería “gravísimo”.

Las cifras no mienten. Durante el último año de la Administración Ospina, el 2011, se produjeron en Cali 1825 muertes violentas. Y bajar esa tendencia le costó sangre, sudor y lágrimas a su sucesor Rodrigo Guerrero. Porque en el primer año de ese gobierno hubo 1839 asesinatos y el año siguiente 1931, récord histórico.

Al año siguiente, por fortuna, comenzaron a verse los frutos de haber retomado la estrategia que dicta la ‘epidemiología de la violencia’, cuyo pilar son esos consejos de seguridad semanales, encabezados por el Alcalde, en los que participan las principales autoridades de la ciudad.

En esas reuniones se estudia homicidio por homicidio, con qué arma se cometió, cuál fue el móvil, el sitio donde se cometió, la edad y la actividad de la víctima. Y como resultado de ese concienzudo análisis se implementan las estrategias, dirigiendo los esfuerzos de las autoridades a los sectores y segmentos poblacionales más afectados.

En una ciudad donde el pie de fuerza de la autoridad es tan escaso, es clave esa estrategia que permite optimizar la utilización de ese recurso.

Pues bien, gracias a que en el gobierno de Guerrero se retomó esa estrategia, a partir del 2014 la tendencia de la cifra de homicidios se revirtió y desde entonces ha venido a la baja. Ese año hubo 1484 muertes violentas, 454 menos que en el 2013. Por fortuna, Maurice Armitage perseveró en esa estrategia, gracias a lo cual el año pasado hubo en nuestra ciudad 1157 muertes violentas, es decir ¡698 menos que cuando Ospina entregó el Gobierno!

Es claro que la cifra de homicidios de Cali todavía es una barbaridad. Pero también lo es que la vía para reducirla es la que se ha seguido en los dos últimos gobiernos. Y con Ospina se corre el grave peligro de que se desvíe del camino, porque eso fue lo que hizo en su primera administración.

Para ser justos, la responsabilidad es compartida porque quien dirigió el tema de la seguridad en el gobierno Ospina no fue el Alcalde, que le entregó la Secretaría de Seguridad y del Deporte a Juan Carlos Martínez, en pago por el sustantivo aporte del exsenador al triunfo de Jorge Iván, según admitió el propio Martínez.

Esas dos dependencias eran ruedas sueltas, sus titulares no le reportaban al gobernante, sino a Martínez. Dicen que Ospina ni siquiera se saludaba con Eliana Salamanca, la secretaria de Seguridad. Consecuencia de ese despelote, 1825 muertos en un año.

A las figuras públicas hay que juzgarlas por sus actuaciones pasadas, más que por sus discursos, sus gestos o sus promesas. Y si Ospina llega a la Alcaldía, ya sabemos a qué atenernos en el manejo de la seguridad. Como dijo Rodrigo Guerrero, gravísimo.

Sigue en Twitter @dimartillo

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