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El rugido de Júpiter

Un famélico león logró despertar dos sentimientos que yo creía muertos en esta ciudad, sin Dios ni Ley, en que se ha convertido Cali: la solidaridad y la capacidad de indignación.

27 de febrero de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Un famélico león logró despertar dos sentimientos que yo creía muertos en esta ciudad, sin Dios ni Ley, en que se ha convertido Cali: la solidaridad y la capacidad de indignación.

Se trata de ‘Júpiter’, el felino que fue decomisado a un circo y criado, como gato grande, en el refugio que Ana Julia Torres montó en Villacarmelo. En 2017 el Dagma cerró ese refugio y decomisó los animales que se encontraban en él. Entonces, ‘Júpiter’ fue entregado al zoológico Los Caimanes, en Buenavista, Córdoba. Pero resulta que ese zoológico cerró hace unos meses y ‘Júpiter’ quedó en el total abandono.

Hasta que su antigua cuidadora se enteró y se dedicó a mandar videos que mostraban el deplorable estado en el que se encontraba el felino.
Fue tanta la indignación que causó la situación de ‘Júpiter’, que el Ministerio de Defensa dispuso de un avión para trasladar al enfermo a Cali, donde un grupo de veterinarios intentará revivirlo.

A mí me parece estupendo que los caleños nos sacudamos del marasmo en el que permanecemos, y nos movilicemos para salvar a ‘Júpiter’.
Lástima que esa capacidad de indignación no se vea en otros campos.

Para comenzar, los caleños nos acostumbramos a que todos los años maten en las calles de la ciudad a más de mil personas. A nadie le indigna semejante matazón, ni nadie presiona a las autoridades para que le pongan coto a esa carnicería.

Una situación que debía causar, al menos, tanta indignación como la que ocasionó el caso de ‘Júpiter’, es que el Valle sea el departamento del país con el mayor número de casos de violencia contra las mujeres. Y es que en enero pasado se registraron en el departamento 16 actos de violencia de género (homicidios). Se trata de un crecimiento del 400% frente al mismo período del 2019, cuando hubo cuatro casos.

Semejante incremento en las agresiones de género nos debía tener marchando en las calles. Pero no, la violencia contra la mujer se ha vuelto, para nuestra desgracia, parte del paisaje.

Y qué tal la indignación que nos debía causar la inseguridad que padecemos los caleños. Para hablar de una sola modalidad delincuencial, este año el hurto de motocicletas se ha incrementado el 70%.

Indignación mayor nos debía ocasionar la cultura de la corrupción en la que estamos inmersos. En todas las encuestas ese flagelo aparece entre las mayores preocupaciones de la ciudadanía. Pero cuando un funcionario termina enredado en un latrocinio lo tratan con total indulgencia. “Robó, pero hizo”, es el lema popular. Así nos va.

Y qué tal la indignación que nos debía generar que el Secretario de Seguridad diga, cuando se producen revueltas al interior de la Universidad del Valle, que el Esmad no puede entrar al campus porque se “viola” la autonomía universitaria.

¡Por Dios!, la autonomía se debe usar para que la comunidad universitaria escoja sus directivas, o diseñe sus planes académicos, y no para permitir que el campus universitario se convierta en guarida de terroristas. Una cosa es la autonomía universitaria y otra cosa es que pretendan convertir el campus en una república independiente donde la fuerza pública no puede actuar. Esa pretensión si debía tenernos de verdad indignados.

En fin, espero que los caleños no usen el caso de ‘Júpiter’ para lavar su conciencia por el ‘meimportaculismo’ en el que hemos caído en temas de verdad vitales para la ciudad.
Sigue en Twitter @dimartillo

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