El pais
SUSCRÍBETE

El mundo no se acabó

Lo que me pregunto, en fin, es si está pandemia en realidad nos cambió para bien o para mal o si simplemente abrimos una paréntesis en nuestra vida

18 de febrero de 2021 Por: Vicky Perea García

¿Diego, es verdad que el mundo se va a acabar?

Esa pregunta me la lanzó una buena amiga en los primeros días de la cuarentena por covid, cuando la pandemia se nos vino encima y la humanidad ignoraba casi todo acerca del virus.

Reinaba la incertidumbre, todos en mayor o menor grado estábamos asustados. Muchos sentían que tenían los síntomas. Ante el primer estornudo o al menor dolor de cabeza llamábamos al médico, porque eran muy pocos los laboratorios capaces de practicar la prueba. Incluso al comienzo había que mandarlas a Bogotá y los resultados tardaban días y hasta semanas.

Hoy casi un año después, aún estamos relativamente lejos de superar la pandemia. Pero la existencia de varias vacunas (ya se han aplicado más de cien millones en el mundo), de las cuales unas 80 en Colombia, sin duda cambian el panorama sustancialmente.

María Cristina Lesmes, una de las más sensatas y eficientes funcionarias que he conocido y a quien le creo todo en materia de salud porque suele acertar en lo que dice, afirma que la pandemia se acabará por allá en abril del año entrante.

Según ella, que es la Secretaria de Salud del Valle, para entonces se habrá alcanzado la famosa inmunidad de rebaño que le quitará la capacidad al virus de seguir circulando. Aunque yo creo que en la medida en que vayan vacunando a la gente y que a uno le peguen su pinchazo, la tranquilidad se recuperará en gran parte.

Lo que me pregunto, ante esta perspectiva, es cómo será la vida en pos pandemia. Salir sin el tapabocas a la calle será como salir sin los calzoncillos puestos. ¿Nos volveremos a abrazar? ¿Volveremos a saludarnos de beso? (una agraciada amiga que odia que la anden besuqueando, espera que esa costumbre quede abolida tras la pandemia).

Cuánto tiempo pasará hasta que regresemos a un cine o a un estadio o a cualquier sitio que implique aglomeración de gente.

¿Será que conservaremos la sana costumbre de lavarnos las manos a fondo, muy útil para prevenir otros virus y deshacernos de las bacterias? O volveremos a lavárnoslas a las volandas sin siquiera gastar jabón?

¿Será que mantendremos la austeridad a la que la pandemia nos obligó o volveremos a comprar cosas inútiles y a llenar el clóset de zapatos y camisas que nunca usamos?

¿Retomaremos la actividad nocturna a la que renunciamos o seguiremos siendo unos runchos que a las 8 de la noche estamos comidos, empiyamados y encobijados?

¿Regresaremos a la oficina algún día o seguiremos trabajando desde casa, mientras nos pasan la escoba y la aspiradora por encima?

¿Quienes adquirimos durante la pandemia el hábito de hacer algún tipo de ejercicio, como salir a caminar por las mañanas por ejemplo, preservaremos esa costumbre o volveremos a hacerle siesta al desayuno?

¿Mantendremos el hábito de comer en familia y de hacer sobremesa con Scrable incluido?

Lo que me pregunto, en fin, es si está pandemia en realidad nos cambió para bien o para mal o si simplemente abrimos una paréntesis en nuestra vida y una vez superado el obligado paréntesis volveremos a ser los mismos seres despilfarradores, descuidados y perezosos que éramos antes.

Habrá que esperar a abril del 2022 para saberlo.

Sigue en Twitter @dimartillo

AHORA EN Diego Martinez Lloreda