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Belalcázar se queda

Pretender juzgar con los ojos del Siglo XXI a una persona que vivió hace 500 años es absurdo. O cómo creen que nos verán quienes habiten la Tierra dentro de cinco siglos (si antes no acabamos el planeta).

24 de septiembre de 2020 Por: Diego Martínez Lloreda

Yo estaba convencido de que la discusión sobre la eventual reubicación de la estatua de Sebastián de Belalcázar era un tema baladí, más en esta época de pandemia sanitaria y económica.

Pero luego de meditarlo más detenidamente y sobre todo de ver lo que hicieron unos indígenas con una estatua del mismo personaje en Popayán, he concluido que la cosa no es tan superflua.

Los indígenas que derribaron ese monumento en Popayán usaron para justificar ese acto violento el mismo discursito que usan para tomarse a sangre y fuego propiedades que tienen un dueño legítimo. Ellos hablan de “recuperar” las tierras que les despojaron hace 500 años cuando llegaron los ‘bárbaros’ españoles (como Belalcázar) y los sacaron de lo que les pertenecía.

Lo que pocos saben es que el Estado colombiano ya ha compensado con creces el ‘despojo’ del cual fueron objeto los indígenas.

Ocurre que en Colombia hay un total de 114,1 millones de hectáreas de tierra rural, de las cuales 31,6 millones de hectáreas están en manos de indígenas a través de sus resguardos o de otras formas colectivas de propiedad y que corresponden al 27,6% del total de la tierra rural en el país.

Lo cual constituye una enorme injusticia, pero no con los indígenas, sino con los demás grupos étnicos de Colombia porque de acuerdo con el censo del 2018 sólo el 4,31% de la población colombiana se considera indígena.

Mejor dicho, el 4% de la población es la dueña del 27,6% de la tierra.
Pero quieren más y por eso se la pasan acosando a decenas de dueños de propiedades en el Cauca y últimamente también en el Valle.

Para completar, siendo una inmensa minoría ahora quieren imponernos sus valores culturales al 96% restante de la población.

Y pretenden, con el apoyo de varios mamertos que ven en esa minoría una importante fuente de votos, hacer desaparecer todo, lo que en su opinión, agrede a su cultura.

Y la han emprendido contra Sebastián de Belalcázar. Esa estatua, que quizás es el principal símbolo de Cali, fue ubicada en donde está en 1937. ¡Hace más de 80 años! Y cumple el propósito de recordarles a los caleños quien fundó esta ciudad.

Belalcázar era un hombre de su tiempo y como muchos de los conquistadores españoles cometió atropellos contra los moradores de estas tierras. Por eso se llamaban conquistadores.

Pretender juzgar con los ojos del Siglo XXI a una persona que vivió hace 500 años es absurdo. O cómo creen que nos verán quienes habiten la Tierra dentro de cinco siglos (si antes no acabamos el planeta).

Si permitimos que reubiquen esta estatua, luego los revisionistas perfectamente pueden exigir que desmonten a Cristo Rey y a las Tres Cruces con el argumento de que este es un Estado laico. Y, además, se referirán a los atropellos que cometió la Iglesia Católica en el proceso de evangelización y cómo no les respetaron sus creencias a los indígenas.

No se puede abrir esa puerta, que puede llevar a un conflicto étnico muy delicado. Además la gran mayoría del 87% los pobladores de este país que tenemos algún grado de mestizaje y que no recibimos tierras del Estado estamos muy ocupados tratando de ganarnos el pan como para ocuparnos de los caprichos de un 4% privilegiado pero insaciable.

Sigue en Twitter @dimartillo

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