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¿Cuál la tiene más grande?

En la mitad medio país, hombres y mujeres que queremos vivir en paz. Hombres y mujeres que intentamos conciliar posiciones y captar luces y sombras en cada situación.

7 de mayo de 2024 Por: Gloria H.

Sí, tenemos dos países. Es claro que por más que se fantasee en querer unidad, remar para el mismo lado, construir propuestas comunes, la diferencia de clases (y de poderes) nos está aniquilando. Obvio que existe el país de los ricos y el país de los pobres. Claro que hay intereses de cada lado y cada equipo jala para su mundo. Basta con analizar con dos dedos de frente, lo que significaron las marchas anteriores. Los lugares de donde partieron las de Cali, por ejemplo, son la prueba más contundente de los dos países ‘irreconciliables’.

En una acertadísima síntesis, Carlos Duque retrató la Colombia en que vivimos. “Parece que los esfuerzos por la transformación de Colombia se reducen a una lucha fálica, ¡quién la tiene más grande! Quién sacó la (marcha) más larga y voluminosa: si la derecha el 21A o la izquierda el 1M. Hemos avanzado poco en el cambio cultural como fundamento del cambio político. No logramos salir de los ciclos maniqueos de confrontación”.

Cuál patio de colegio, donde los adolescentes juegan a medírsela, aquí está el mundo patriarcal ‘midiendo’ sus alcances. Sí, Petro y la oposición igualados, midiendo poderes. Petro debe estar mamado de que las cosas no salgan como él creyó y quiso hacerlo y la oposición ‘plena’ de que al guerrillero izquierdista le vaya mal. Las posiciones ideológicas son tan enfermizas que escuchar el odio y el desprecio (lenguaje, epítetos) solo produce compasión por seres tan envenenados. Esa rabia a quien más daña es a quien la posee…

En la mitad medio país, hombres y mujeres que queremos vivir en paz. Hombres y mujeres que intentamos conciliar posiciones y captar luces y sombras en cada situación. Ese odio visceral contra Petro no puede ser sano ni reparador. Hay que apostarle a que le vaya mal, independiente de que el país esté en la mitad de esas agresiones. Imagínese el lío para la oposición si después de 4 años no nos volvimos como Venezuela. Claro, todo puede suceder, pero es como si se le apostara a que le fuera mal para poder tener la razón.

Repito, en la mitad, miles de hombres y mujeres que no queremos más mentiras, manipulación, cifras amañadas, intereses personales o desbordados de grupo, interpretaciones ‘a mi manera’, suposiciones, juicios y condenas a priori. No queremos más ‘salvadores’ que poseen la verdad revelada para mostrar un camino sesgado y excluyente. “Precisamos sanar, reconocernos como hermanos, hilos de un mismo tejido y partir de la existencia de un trauma colectivo para lograr construir en los próximos años nuevos liderazgos o seguiremos repitiendo el mismo librero de hostilidad, división y violencia de las últimas décadas. Pañuelo rojo/pañuelo azul”. (Carlos Duque).

Ningún gobierno complacerá a los ‘dos países’, a las dos posiciones, a los dos mundos. No servirá ninguno. Aun cuando suene estúpido, solo podremos vivir diferente cuando cada uno se concientice de la responsabilidad que tiene con su entorno. No serán los gobiernos, es cada quien tiene el compromiso de alimentar el gran odio nacional o tender la mano al ‘otro’ país para construir futuro. Pero con tanto odio visceral es imposible. Solo sirve su disposición personal para ayudar a sanar, a conciliar. O su necesidad compulsiva de seguir multiplicando odio, exclusión y rencor… en ‘su’ Colombia no habrá paz. En la ‘nuestra’ es posible. Cada quien decide…

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