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Si usted no comunica, otros lo harán por usted

Aunque el presidente Duque, en línea con las metas que le planteó al país en campaña, está cumpliendo sus tareas, impulsando proyectos y logrando avances que empiezan a vislumbrarse, ha sido blanco de...

28 de abril de 2019 Por: Claudia Blum

Aunque el presidente Duque, en línea con las metas que le planteó al país en campaña, está cumpliendo sus tareas, impulsando proyectos y logrando avances que empiezan a vislumbrarse, ha sido blanco de ensañados ataques de todo tipo durante estos nueve meses. Tal vez por eso recientes encuestas muestran una percepción negativa entre 51% y 63% frente a la gestión del Gobierno. Pareciera que el discurso artificioso de la oposición, los embates de algunos sectores del Congreso y la desinformación que promueven ciertos voceros de opinión, están siendo efectistas a la hora de desdibujar la realidad.

El nuevo Gobierno ha trabajado con disciplina para rectificar el rumbo del país. Como ninguno antes, ha puesto a la educación en el centro de su plataforma: aprobó el presupuesto anual más alto para ese sector ($41,4 billones), incrementó los recursos para la inversión y desarrollo de la educación superior en $4,5 billones para el cuatrienio, y aumentó en 48% los rubros del Programa de Alimentación Infantil.

En la Ley de Financiamiento y en políticas sectoriales viene promoviendo a las industrias culturales, creativas y de innovación de la economía naranja, como sectores con gran potencial en empleo, valor agregado, competitividad, exportaciones e inversión. Así mismo, ha planteado el Plan Sectorial 2018-22 ‘Turismo: el propósito que nos une’, para impulsar con decisión este sector estratégico. Economía naranja y turismo son apuestas viables para que Colombia reduzca la dependencia frente a las divisas de la minería y el petróleo.

En orden público lidera acciones contra el narcotráfico para enfrentar la herencia nefasta que recibió: la de un país inundado en siembras ilícitas. Duque ha multiplicado de 25 a 100 los grupos de erradicación manual de coca, y avanza en la recuperación de 80 mil hectáreas este año por esa vía.

En infraestructura, quiere culminar proyectos en ejecución y abandonar la costumbre de obras inconclusas. Ha logrado, por ejemplo, concretar las últimas licitaciones para terminar por fin el cruce del Túnel de la Línea. En el frente internacional, ha dejado la actitud complaciente del pasado hacia la dictadura venezolana que tanto nos afecta, para trabajar con otros Estados por el retorno de la democracia en el vecino país.

Ha sido cuestionado en algunas negociaciones. Su estilo es firme, pero abierto al diálogo, y eso molesta a unos y a otros. Sin embargo, logró acuerdos complejos con rectores, docentes y estudiantes en el paro universitario, y resolvió la minga indígena sin debilitar la investidura presidencial. En ambos casos enseñó que es posible negociar sin las mentiras y promesas irreales de años atrás. Se compromete a lo que es viable, a lo que puede ejecutar, y con franqueza llega al entendimiento entre las partes.

Ante este panorama esperanzador hace falta comunicación más contundente para crear optimismo. La visibilidad del gobierno ante los ciudadanos debe ser constante y eficaz. También quienes reconocemos y apoyamos el nuevo liderazgo debemos divulgar sin temor los avances del país, en cada conversación cotidiana. La narrativa destructiva y de división que algunos promueven no puede triunfar. El país debe recuperar credibilidad en el futuro próximo y en esto nada sustituye el efecto de las palabras del presidente Duque, siempre claras y directas, en la opinión pública. Presidente, recuerde que en lo que se trasmite está la magia.