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“Quizás, quizás, quizás”

Ojalá la justicia en este nuevo caso no quede, como la canción del cubano Osvaldo Farrés, en un simple quizás, quizás, quizás. Como la reparación de ‘Santrich’ y las Farc a sus víctimas.

27 de mayo de 2018 Por: Claudia Blum

El país sintió indignación cuando durante la negociación de La Habana unos periodistas de TVE preguntaron a alias Jesús Santrich si las Farc estaban preparadas para pedir perdón a las víctimas y en medio de una risa burlona respondió cantando: “Quizás, quizás, quizás”. Su displicencia anunciaba ya la misma actitud con la que hoy pretende estar por encima de la Constitución y la ley, y desconocer los supuestos compromisos pactados en el acuerdo que impusieron con sectores políticos del Congreso a todo un país.

Al parecer, la insolencia e ironía reflejadas en las críticas altaneras a sus víctimas hace parte de la personalidad de este sucreño de 52 años, de padres maestros y siete hermanos, que se inició en la literatura con García Márquez y dice admirar a Simón Bolívar y José Martí. Zeuxis Pausias Hernández estudió Ciencias Sociales y Educación, tiene posgrado en Historia, y se vinculó a la juventud comunista en la adolescencia. Fue personero de Colosó (Sucre) y cambió la vida urbana por el monte integrándose a los 21 años a las Farc. Santrich, parcialmente ciego por una enfermedad genética y degenerativa que afecta los nervios ópticos, fue jefe del Bloque Caribe de las Farc, miembro del Estado Mayor y negociador en los diálogos de paz.

Cuando se preparaba para recibir el premio de congresista, el nuevo hombre de leyes fue detenido por supuestamente participar en una negociación para enviar diez toneladas de cocaína hacia Estados Unidos vía cartel de Sinaloa. El delito, según las investigaciones de la DEA y del Departamento de Justicia de EE.UU., habría sido cometido después del 1 de diciembre de 2016 y por fuera del conflicto armado. Así, procedió su captura -el 9 de abril pasado- por orden de la Fiscalía.

Comenzaron entonces movimientos de todo tipo: el rechazo de la captura por su abogado, que considera el caso un montaje; los videos que se comienzan a conocer; la huelga de hambre que debilitó su salud; y después de 31 días en la Picota, la decisión no explicada del Gobierno de trasladarlo a la casa Caminos de Libertad del Episcopado. Como si fuera poco, con desconcierto el país recibe la decisión de una sala de la JEP de ordenar suspender un trámite de extradición que no está formalizado por EE.UU., y ahora su anuncio sobre el estudio de una petición de libertad condicional del detenido.

Muchas son los interrogantes que nos tienen en vigilia ante la desmoralizante situación ocasionada por la JEP: ¿Por qué los nuevos magistrados actúan de forma tan ‘eficiente’ sin que el Congreso haya terminado de adoptar el reglamento de la JEP? ¿Qué ha pasado con la petición de EE.UU. a las autoridades colombianas? ¿Se podrá esperar alguna objetividad de la JEP al analizar la petición del Procurador de revocar la suspensión de la extradición de ‘Santrich’? ¿Por qué el gobierno y la Iglesia sientan tan mal precedente al privilegiar a un exguerrillero sin fuero, mientras otros reclusos con menor prontuario atraviesan condiciones infrahumanas? ¿Qué corona tiene Santrich? ¿No se da cuenta el gobierno de Santos que ese protegido de las Farc pudo haber seguido narcotraficando después de la firma de su ‘acuerdo’ y que se están mofando de la Constitución y los tratados internacionales?
Ojalá la justicia en este nuevo caso no quede, como la canción del cubano Osvaldo Farrés, en un simple quizás, quizás, quizás. Como la reparación de ‘Santrich’ y las Farc a sus víctimas.