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Foto de referencia. Migración Colombia tramitó la deportación de la colombiana Echeverría desde Suiza. | Foto: Archivo de El País

El irracional voto de estómago

Inquieta ver cómo las consultas presidenciales han opacado la elección de Congreso.

13 de febrero de 2022 Por: Vicky Perea García

Las elecciones libres y transparentes son uno de los pilares de la democracia. De ellas depende la representatividad y legitimidad de las instituciones, el pluralismo y el equilibrio de poderes. Para materializar estos ideales es esencial la comunicación plena de partidos y candidatos con los electores que permite a los votantes decidir a conciencia qué políticas públicas respaldan, y a quiénes entregan la confianza para dirigir el destino del país.

Sin embargo, hoy 13 de febrero cuando estamos a cuatro semanas de las elecciones para escoger congresistas y definir aspirantes presidenciales de tres alianzas interpartidistas, la contienda avanza inmersa en una ausencia de programas, que por su pobreza nos genera incertidumbre.
Aterra la falta de contenido de las campañas. En medio de disputas personales, escándalos y pronunciamientos vacíos de impacto noticioso, los electores estamos a ciegas y esperando planteamientos concretos en temas urgentes como reactivación, empleo, inseguridad, corrupción, cambio climático y crimen organizado, que preocupan a los colombianos.

Inquieta ver cómo las consultas presidenciales han opacado la elección de Congreso. Asistimos a unos comicios legislativos grises, atiborrados de publicidad visual, pero sin iniciativas claras para abordar las dificultades nacionales. En los que unos participantes compiten en silencio, bajo la sombrilla de coaliciones que suman votos, pero no informan sus intenciones. Mientras otros, militantes conocidos en las regiones, operan con el clientelismo de favores sin importar las ideas. Y hasta líderes sociales de los que se esperaba más compromiso se han convertido en competidores ‘influencers’ que, con videos de cinco segundos en medios virtuales, buscan generar emoción, y poca argumentación. Se vislumbra un voto mayoritario de estómago, en lugar de racional.

Esta realidad refleja serias debilidades en la cultura política ciudadana. Alimentada por la crisis de un sistema atomizado de más de 22 partidos y movimientos que no interpretan las demandas del país ni articulan propuestas palpables en plataformas programáticas.

Asistimos a una multiplicación de listas y coaliciones con poca identidad, muchas de ellas apostando al voto “preferente” que vive de las microempresas electorales. Alianzas en las que prima el cálculo de votos amarrados por encima de la coherencia. Si nos preguntamos qué están planteando los partidos de cara al Congreso 2022-2026 no sabemos cómo van a enfocar su trabajo legislativo y su control político, en un período crítico para la recuperación pos-pandemia.

Ante este panorama, el llamado votante de opinión, que elije usualmente con perspectiva analítica legisladores con proyectos concretos y propósitos serios de servicio, corre el riesgo de disminuir su porcentaje de representación. Para que esto no ocurra, y tener un buen número de congresistas que generen contrapeso y hagan la diferencia, en este tramo final debemos buscar que la razón pese más que las emociones. Los medios de comunicación pueden ayudar, si abren espacios para la información política sustancial y menos trivial.

El reto común es identificar, en medio de la proliferación de candidatos, aquellos que tienen planes de fondo, realizables, para avanzar en nuestro desarrollo con equidad y seguridad. De la decisión informada y no apresurada de cada uno de los ciudadanos reflexivos, depende el futuro de nuestra democracia que tendrá una dura prueba en las elecciones de marzo.