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Muchos sentimos incertidumbre ansiosa sobre la inminente era petrista. La ansiedad es más manejable cuando uno ‘aterriza’ las ideas, en vez de dejarlas en el éter amorfo de la fantasía.

3 de agosto de 2022 Por: Carlos Porges

Muchos sentimos incertidumbre ansiosa sobre la inminente era petrista. La ansiedad es más manejable cuando uno ‘aterriza’ las ideas, en vez de dejarlas en el éter amorfo de la fantasía. La filosofía, la ciencia, y la sabiduría popular pueden ayudar a delinear escenarios probables para los siguientes cuatro años. El filósofo Heráclito observó que el ‘carácter es destino’. La psicología moderna desarrolla este concepto más allá, aseverando que “el mejor predictor de la conducta futura es la conducta pasada”. Y el refranero popular captura perfectamente la idea: ‘Aunque la mona se vista de seda…’. Basado en esto a continuación esbozo mi idea de lo que ocurrirá, enmarcada en cinco fases consecutivas.

Fase 1: Luna de miel. Petro continuará presentándose como un ser incluyente, democrático y tolerante. De ahí el gabinete propuesto, genialmente caracterizado como ‘bipolar’ por Muni Jensen. Es que en un gobierno ostensiblemente de izquierda renovadora y anticorrupción comparten sábanas criaturas como Roy Barreras (la esencia de la politiquería sucia de siempre), la izquierda idealista y la aburridora, sindicalistas mañosos, y economistas de la élite académica. Esta fase llegará a su fin cuando pasen dos cosas: la plata se acabe, y algunos colaboradores -teniendo que administrar la pobreza- le digan “no” a ideas o proyectos del presidente.

Fase 2: El carácter de Petro empieza a marcar el destino de su presidencia. La tensión inherente a la bipolaridad evidenciará las facetas mesiánicas y autocráticas de su personalidad. Esto llevará al despido o renuncia de aquellos que estén en desacuerdo con él. Aquí el pasado probablemente predice el futuro: Navarro Wolf, un hombre íntegro y capaz (y compañero de armas e ideas), no aguantó ni dos meses en la alcaldía de Petro. También será interesante (y diciente) ver cómo lidia Petro con una mujer independiente e impudentemente locuaz como Francia, que lleva una vida entera jugando con sus propias reglas, no las de los demás.

Fase 3: Se forma una ‘cámara de eco’, con Petro rodeado cada vez más por gente que piensa como él. Es una fase de radicalización, dada la ausencia moderadora de voces distintas. El aspecto crucial de esta fase es la progresiva desconexión del gobierno con el ciudadano del común.
Fase 4: Crece el desencanto, especialmente del ala progresista y ecologista, cuando ven que no están viviendo sabroso. La falacia de que el Estado gigante es el más eficiente administrador quedará en evidencia ante el mal servicio de salud, el desempleo, la pobreza y el hambre.
Habrá protestas, que serán suprimidas por la versión petrista del Esmad.

Fase 5: El desenlace final, con dos escenarios posibles: uno, su proyecto continuista pierde las elecciones, sumido en disfuncionalidad, sospechas y acusaciones mutuas. En el otro, Petro acusa a la ‘derecha agazapada’ y a los “ricos que sacaron la plata del país” para explicar su fracaso. Vierte gasolina en la hoguera de la rabia polarizada, e intenta prolongar su mandato.

Esta predicción recalca la necesidad urgente de una alternativa democrática viable para las elecciones (que Dios quiera haya) en cuatro años. Necesitamos un buen candidato, no solo una buena persona. Que lidere una revolución, pero de anticorrupción. Y que defienda los valores de la democracia liberal representativa, que es la única forma de crecer la riqueza y libertad de todos.