1. Voto inconsciente. Principio de realidad.
Nuestro nivel racional-consciente sólo alcanza un 6%. En el resto, somos emocionalidad inconsciente. Gobernados por las emociones inconscientes, estuvimos a punto de caer en los abismos de la ilusión: todos anhelamos una nación de ángeles, cercana a la perfección y la felicidad como lo planteaba Mockus. Sin embargo, nuestra sociedad despertó a tiempo para regresar a lo que denomina la psicología principio de realidad. Este proceso de aterrizaje también lo elaboró el inconsciente en busca de opciones reales de supervivencia y progreso.
2. Lenguaje de hechos.
Esta es una sociedad desempleada y con hambre donde debe prevalecer el lenguaje de los hechos y no de las palabras, los gestos y las buenas actitudes. No viene al caso que Mockus se limite a recitar los antiguos mandamientos de la Ley de Dios: No matarás, no hurtarás. No bastan sus invocaciones a la Ley Natural (haz el bien y evita el mal) o al Derecho Natural (haz justicia), o al derecho positivo (respeta la Constitución y la ley), o a la convivencia (respeta las buenas y desecha las malas costumbres: corrupción, politiquería): hay que trabajar y comer.El Verde trató de cambiar el cambio: en lugar de concretar algún salto adelante para cambiar, nos propuso una regresión a aquello que nos han enseñado a los humanos desde todos los tiempos.Las elecciones pasadas, pues, nos aterrizaron de las palmaditas, del sí es-no es y de los cánticos de sirena por lo obvio: La vida es vital / la ley es legal / el agua es líquida / lo público es público (no es privado) / ser bueno y dar educación es bonito /
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3. Buen talante.
Santos tan sólo constituye una opción realista dentro de lo que da la tierra. Ha abierto los brazos a todos en actitud de estadista. Ha convocado a un Acuerdo Nacional que recuerda, sin las pretensiones de la Gran Colombia, la Unidad Republicana o el Frente Nacional, la coyuntural Unión Nacional del doctor Ospina Pérez en tiempos de horror o el variopinto Acuerdo sobre lo Fundamental de Álvaro Gómez Hurtado cuando el país naufragaba. Con propuestas concretas, con respaldos políticos, económicos, sociales, parlamentarios y populares, entraremos en una especie de fase II del uribismo, ojalá depurado de vicios y viciosos.
4. ¿Un súper-Santos?
¿Demasiado poder para Santos? Veamos lo bueno, lo malo y lo feo. Lo Bueno: se configura un gobierno sólido, dotado de legitimidad y gobernabilidad. Lo Malo: podremos derivar en un súper partido al mando de Uribe (una reencarnación liberal con cualquier nombre aunque con perfil conservador): tendríamos algo como un PRI, sólo que no para generar cambios sino para transfundir la propia sangre de nuestra enferma política de siempre. Lo Feo: estas adhesiones al gobierno duran hasta cuando se agoten las posibilidades de puestos y presupuestos pues siempre existen más bocas y bolsillos hambrientos que satisfechos. En unos meses volverá a reinar la ira de los insatisfechos y en un par de años buscaremos a golpes alternativas diferentes a Santos puesto que así funciona el carrusel de las democracias.