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1. Apenas comenzamos. El país está al borde de un ataque de...

19 de agosto de 2015 Por: Carlos Mejía Gómez

1. Apenas comenzamos. El país está al borde de un ataque de nervios porque no culmina el proceso de paz. Vamos en tres años. Sumemos los anteriores intentos y van décadas. Hemos tenido guerra por más de cincuenta años con las Farc. Pero lo que se ha invertido en procurar la paz ha implicado a varios gobiernos. Ilusiones y desencantos. No sé bien en qué estado de ánimo estamos los colombianos. ¿Será que aún queda ilusión? ¿Será que ya estamos en el pesimismo, la duda metódica, el desencanto? Creo que debemos perseverar en la esperanza ya que es lo último que se debe perder.2. Recordemos otros procesos. En el derecho comparado ya figura la duración de varios procesos de paz en el mundo. Unos han estado cerca. Otros han ocurrido en otros mundos. Hace unos meses recordé algunos casos. El Salvador (10 años), Guatemala (11), Irlanda del Norte (21), Angola (14), Sudáfrica (5 y quedan muchos asuntos por resolver), Tayikistán (5), Sierra Leona (5), Sur del Sudán (7), Burundí (10), Indonesia (5), Nepal (4). Pero estos no son tiempos netos; es decir, tuvieron eternos preconflictos y posconflictos. En algunos casos, los posconflictos siguen en conflicto. ¿Y Colombia?: ya se nos perdió la cuenta. Lo más reciente son estos tres años.3. ¿Qué estamos negociando? Ojalá lleguemos a un punto de cese bilateral de fuego, desarme definitivo, propósito de no repetición, desmonte de minas antipersonas, reparación de millones de víctimas, eliminación del narcotráfico, cero extorsiones, secuestros, reclutamientos de adultos y jóvenes, más los temas sociales, judiciales (verdad, justicia), económicos y políticos. ¿Qué aspectos de estos caben en la esperada firma de La Habana? Eso no lo tenemos claro. Y por no tenerlo claro no sabemos cuántos cabos sueltos puedan quedar. Y cuántos temas por desarrollar e implementar.4. Miremos estas bobaditas. Supongamos que todo se pacte y firme. Incluso el tema de la justicia para los guerrilleros. Incluso el asunto de su participación en política. Pero si termina La Habana, el asunto apenas comienza. Viene la refrendación popular y viene la implementación legal. Ya no sabemos en qué forma la nación bendecirá lo pactado. Se nos había planteado un referendo. Luego un referendo a la par con otras elecciones. Ahora no se sabe nada al respecto. Pero supongamos que la nación bendiga los acuerdos. Debe todo quedar implementado en leyes que den desarrollo a numerosos temas económicos, sociales, políticos y jurídicos. Que lo haría el Congreso como legislador natural. Pero ello sería complejo y largo. Que se le delegue a un “congresito” pero que no sería congresito sino una célula del Congreso. Se requeriría reforma constitucional. En fin. Supongamos que todo marche a las mil maravillas. ¿De cuánto tiempo estamos hablando?5. En noviembre hablamos. Pero hablando de tiempos, el Gobierno ha fijado el mes de noviembre como mes para “evaluar” el proceso. Si todo va bien, continuamos. ¿Qué significaría que todo vaya bien? ¿Y si va mal? No tengo idea. Yo, por ahora, solo quiero pensar en el tiempo. Si todo va como miel sobre hojuelas, ¿cuándo estaremos gozando del llamado posconflicto? Porque cuando este comience tenemos que poner a funcionar de nuevo el cronómetro. Pero insisto: tengamos fe, esperanza y caridad. Y mucha paz-ciencia.