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Guerras por la paz

Fuimos violentos en la prehistoria. La colonia fue feroz. Nos independizamos con...

13 de abril de 2016 Por: Carlos Mejía Gómez

Fuimos violentos en la prehistoria. La colonia fue feroz. Nos independizamos con sangre. La violencia continuó durante las guerras del Siglo XIX. El Siglo XX comenzó en guerra: mil días sólo para comenzar. Nos calmamos un poco durante la hegemonía goda pues nadie podía chistar. Inauguramos el término revolución con la revolución en marcha de López Pumarejo. Nos calmamos otro poco con la República Liberal hasta el año 45. Pero sobrevino ‘La Violencia’ de azules y rojos del 48 al 53. El sábado pasado, hace 68 años, asesinaron a Gaitán.Y seguimos. Vino la dictadura rojista. La tumbamos ‘revolucionariamente’ en el 57. Hubo otro respiro con la Junta Militar y con el Frente Nacional. Luego de las llamadas guerrillas liberales, hace más de cincuenta años, surgieron las guerrillas de las Farc y del ELN. Hoy estamos sentados en un cara a cara que ojalá silencie los fusiles de unos guerrilleros pasados de moda, viejos y cansados. Y seguimos. Al lado de las balas y atentados y secuestros y extorsiones y minas antipersona sobrevino el narcotráfico con todos sus horrores. Una contracultura que borró todas las tradiciones de mostrar. Ya hoy los grandes carteles cedieron ante las microempresas que han crecido como maleza.Y seguimos. El crimen sigue vivo ahora con las llamadas ‘bacrim’ (bandas criminales) que lo conjugan todo: son narcos, son sicarios e imitan algunas terroríficas actividades de la guerrilla. En días pasados el  tal  clan  Úsuga  (o urabeño) paralizó medio país y regó víctimas en el camino.Y seguimos.  Con el tiempo las guerrillas inundaron el país.  No las pudo desmontar Betancur con todas sus concesiones. En los 80 quisieron internacionalizarse con la Coordinadora Nacional Guerrillera o Coordinadora Simón Bolívar. Unos imitaron a Fidel Castro y otros fueron precursores del desastre bolivariano de Hugo Chávez.Y seguimos. Con guerrillas y paramilitares narcos fuimos un Estado fallido. Se instauró una contracultura  que desmontó todos nuestros valores. Todos los gobiernos tuvieron a la paz en sus programas y proyectos.  Pero no hubo con quien. Llegamos a la tregua y al despeje de Pastrana. Se movilizó ‘el mundo entero’ y sentimos muy de cerca la paz. Pero nos respondieron con ‘la silla vacía’ de Tirofijo  y con actuaciones absurdas que apagaron todas las esperanzas encendidas.Y seguimos. Tampoco pudo Uribe por las buenas pues no se podía entregar el Estado. Y el tiempo para  pacificar por las malas se le agotó. Estamos ahora en lo que estamos. Queremos la paz, necesitamos la paz.  Llevamos tres años configurando una especie de religión laica ante la diosa de la paz.  Pero pasó el 23 de marzo y ya vamos en abril y llegarán mayo y junio.  Cierta nueva luz aparece con la aproximación del esquivo, misterioso, inasible ELN. No hay que perder esta nueva esperanza ya que la esperanza  es lo último que  se puede perder.Y seguimos. ¿Cómo?, ¿hasta cuándo? Esta es Colombia, Pablo.