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En-cuesta abajo

Así, pues, liberales con De la Calle sin votos. La U en el aire. Fajardo sin buenos socios. Vargas Lleras sin Uribe. Y Uribe: insisto, con Congreso pero sin gobierno.

21 de noviembre de 2017 Por: Carlos Mejía Gómez

En-cuesta liberal. Siempre he respetado al Partido Liberal. Con él hemos hecho la historia nacional los conservadores (lo que fuimos). Claro que queda poco de la gloriosa historia del pasado. Nuestras grandes diferencias se resumían en pocas palabras. Para los liberales todo era la libertad. Para nosotros los godos todo era autoridad y orden. Nuestro escudo nacional todo lo resumió uniendo libertad y orden. Con el tiempo nos diferenciamos porque los liberales viraron hacia ninguna parte. Los conservadores nos quedamos con el orden. Es cierto: sin orden no hay libertad y no se concibe la libertad, en la anarquía, sin orden. Pero ¿cuáles conservadores hoy?

Adiós partidos. Los ‘grandes’, sin embargo, desaparecieron. Liberales como Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos, Alberto Lleras, Gabriel Turbay, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Carlos Lleras Restrepo. De esos nada queda. Por el lado conservador ya no existen ni Laureano, ni Ospina Pérez, ni Alzate Avendaño ni Misael Pastrana. Los propios liberales entre ellos mismos se destruyeron. Igual ocurrió con los jefes conservadores. Adiós a la historia grande.

Y nos llegó este raro tiempo para estas próximas elecciones.

Partido de la calle. ¿Liberales? Ese gran partido se desintegró primero con los que salieron hacia la U, Cambio Radical y demás adehalas. Ese viejo que hoy es este nuevo liberalismo. No el de Galán. El de la consulta del domingo pasado. Un partido inmenso cuyo 20% escogió candidato: 140.000 votos de la colectividad. El resto fue del resto. Y entre los de la causa y el resto del mundo a duras penas se aproximaron a 700.000 votos: un vergonzante 2% del censo electoral.

¿Conservadores? ¿Y qué decir de los azules? Por ahí, como ave suelta, habla y dice, dice y repite Martha Lucía Ramírez, por quien tengo devoción y respeto pero que ya nada representa de su propio credo. Ahora se la ve esperando que quizás le caigan migajas del Centro Democrático.

¿El CD? Uribe se equivocó en materia grave y armó un kínder político de gente excelente pero hasta allí. Habrá pronto unas encuestas que deberán conducir, sin duda, a Iván Duque: su talento y su talante lo proclamarán: es muy brillante, elocuente, preparado. Pero sin votos aún. Los votos de Uribe son sólo de Uribe. ¿Qué pasará, entonces? Vendrá luego una consulta en marzo en la cual Martha Lucía, buena pero huérfana, quedará de candidata del CD o de los del No. Incluso el ex procurador Ordóñez, con camándulas e iglesias, también derrotaría ‘al que diga Uribe’. Allí no podrán estar Zuluaga ni Ramos, por lamentables razones conocidas.

¿Y Uribe? Si no logra, pero ya, una coalición con Vargas Lleras quedará de dueño de parte del Congreso pero sin candidato presidencial. Sigo en mi vieja tesis: si no hay una coalición Uribe-Vargas Lleras el ex presidente puede quedar en el aire. Y el centro-centro o el centro-derecha, con grandes riesgos ante coaliciones que se pueden armar desde otros extremos.

Uribe, pues, siendo quien es y siendo lo que es, podría volverse a equivocar en la escogencia de su gente para poder ganar. Con Congreso y sin gobierno.

Así, pues, liberales con De la Calle sin votos. La U en el aire. Fajardo sin buenos socios. Vargas Lleras sin Uribe. Y Uribe: insisto, con Congreso pero sin gobierno.