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¿Dónde quedas, Cataluña?

España. Vamos a España. España, siempre bella, está triste y lloran las hojas del otoño.

10 de octubre de 2017 Por: Carlos Mejía Gómez

España. Vamos a España. España, siempre bella, está triste y lloran las hojas del otoño. Miremos alrededor. En el mundo hay como 6000 lenguas o idiomas. Dicen que somos l94 o 195 naciones independientes: tal vez hay por ahí alguna embolatada. Y España y el español están ahí, entre las naciones más ricas del orbe. Pero completa: con Cataluña adentro.

¿Separatismos? En Colombia se identifican unas 65 lenguas pequeñas, pero ninguna compite con el español o castellano. Tenemos 32 departamentos, pero no hay ninguno interesado en separarse como nación soberana. Tuvimos para siempre con Panamá ausente.
Lenguas y regiones. Volvamos a España. Allá sí tienen lenguas frente al español. Y regiones frente a la unidad española. El valenciá en la Comunidad de Valencia. El gallego de Galicia. El euskera (o vasco) en el país vasco. Y el catalán y aranés de Cataluña. Pero hay otras lenguas no oficiales como el aragonés, el asturiano (el asturleonés), el extremeño, el canario, el andaluz, sin que ellos sean todos. Pero España, primero. Una sola.

Autonomías. En esa España del alma hay 17 Comunidades Autónomas. Así, con mayúscula. Cada una tiene su Asamblea Legislativa elegida por sufragio universal. En Cataluña la llaman Parlament, Generalitat. Cada una tiene su Consejo de Gobierno y tiene su Presidente de la Comunidad Autónoma.

Gran Bretaña cometió el error de irse de Europa. Allá siempre hubo ‘ticks’ separatistas, a veces por razones y otras veces por sinrazones. Fuera de unas cuantas soberbias y arrogancias, ¿quién ganará en últimas con el Brexit?

Cataluña española. Ahora, en España, Cataluña. Todos los que hacen cálculos y números dicen que las cifras no dan. Ni se favorece a España ni se “salva” Cataluña. Discuten los separatistas que necesitan más libertad, más autonomía, más independencia. ¿Más? Dicen algunos que hay centralismo desde Madrid y asfixia por la omnipotencia de los partidos mayoritarios. Pero replican otros que en la propia Cataluña se sienten absorbidos por el excesivo poder autonómico en cabeza de unos cuantos. Todo suena a orgullo o lucha de poderes. Acaso ha olvidado España su sangrienta guerra civil que derivó en la dictadura ominosa? Si superaron la guerra y luego el despotismo, ¿a qué abismo apuntan ahora algunos catalanes?

Oído al rey. España es un reino. Que se escuche al rey Felipe VI. El único interés del monarca es preservar la unidad española, dentro de la Constitución. Hay que escuchar esa voz como la voz de Dios. En la transición a la democracia España atendió la presencia y el consejo superior del rey Juan Carlos. Tampoco el soberano tenía interés distinto a evitar las viejas confrontaciones. Había que salvar la patria común. Y la salvó.

¿Quo vadis? A nadie le sirven 36.000 kms2 con 7,6 millones de habitantes. ¿Para dónde se van? Y, sobre todo, ¿para qué se irían? Si quedan solos y aislados, sin Unión Europea, sin moneda propia, sin sus grandes empresas (que hoy quieren irse a España), sin el amor patrio y con odio. Hoy Cataluña y Barcelona son un importante, serio, pujante y respetable referente de progreso y desarrollo. Si saltas al vacío, ¿dónde quedarás, Cataluña? Y, además, ¿qué quedará de esa España del alma? Hoy debe haber un adiós a Puigdemont.