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¿Renace la inseguridad?

Los colombianos, tan prestos a alabar y tan tímidos para criticar, se...

22 de agosto de 2010 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Los colombianos, tan prestos a alabar y tan tímidos para criticar, se tragaron consciente o inconscientemente la historia de la victoria de la seguridad democrática y por tanto a la dirigencia nacional le propongo que lea el muy serio documento publicado por esa excelente ONG que es Crisis Group (CG) a cuyos estudios dedico mis columnas de vez en cuando y pese a la indiferencia de mis compatriotas que prefieren leer a Poncho Rentería y Tola y Maruja (a quienes yo también leo con gusto pero sin dedicación exclusiva).Con fecha agosto 9 recibí el documento fechado el 29 de junio y denominado ‘Mejorar la política de seguridad en Colombia’, cuyo contenido me dejó muy inquieto pues parece que Juan Manuel Santos no podrá dedicarse a la prosperidad democrática pues el orden público está en un proceso creciente de deterioro.Sin desconocer los éxitos de Uribe, parecería que en su afán enfermizo por hacerse reelegir se bajó la guardia y es así como Fernando Londoño escribe que se debilitó la moral de la Fuerza Pública por cuenta de un irresponsable manejo de retiros y ascensos y a CG afirmar que “Los insurgentes se están adaptando a la presión militar mediante la adopción de tácticas de guerra de guerrillas, el reclutamiento agresivo entre la población rural, una mayor participación en el narcotráfico y el establecimiento de alianzas con grupos armados y con organizaciones de narcotraficantes”, y agrega que “el comando y la estructura de las Farc no ha colapsado” lo cual obliga a Santos a “aumentar la capacidad militar y de aplicación coercitiva de la ley frente a todos los grupos armados ilegales”.La realidad del país es que con el supuesto desmonte del paramilitarismo y con la aprobación de la Ley de Justicia y Paz, desaparecieron algunas bandas de mafiosos, pero que éstas han sido reemplazadas por otras tal vez más dañinas y que, además, operan en zonas urbanas como lo muestran la angustia del Alcalde de Medellín que ha pedido auxilio al Gobierno Central para mantener algo de paz en determinadas áreas de la ciudad y el aumento de la inseguridad urbana en otros lugares.Inquieta y preocupa el surgimiento de los Nuevos grupos armados ilegales (Ngai) y sus alianzas con las Farc. Enumera CG entre los primeros a seis detectados por la Policía Nacional, y cuyos efectivos son de al menos 2.580 miembros que operan en 159 municipios de 18 departamentos: los Rastrojos, el Erpac, los Paisas, los Urabeños, Renacer y los Machos cuyos jefes andan en su mayoría sueltos y parecería que la preocupación del anterior gobierno con las Farc y sus dirigentes, no ha facilitado que la Fuerza Pública persiga con eficiencia a los nuevos ‘comandantes’ ‘mafiosos’: Jaime y Luis Calle Serna, Cuchillo, Mauricio, Raúl y Don H. Opina CG que “Uno de los principales objetivos de los ‘Ngai’ es hacerse cargo de las operaciones de narcotráfico, contrabando y extorsión que antes dirigían las organizaciones paramilitares”, por lo cual, “están estableciendo alianzas con otros Ngai, narcotraficantes y grupos guerrilleros”. Nos cuenta Crisis Group que en sus investigaciones encontró algunas alianzas temporales de los Nuevos Grupos con las Farc para efectos de narcotráfico a la vez que otros se han enfrentado a la guerrilla para ganar el control del negocio de la droga.Sin confirmar, y ello sí sería más grave, es que en medio de las alianzas y luchas entre los grupos armados, parece haber existido una alianza del Ejército con los Ngai para expulsar a las Farc “así como convivencia entre los Ngai y miembros del Ejército y la Policía” y agrega: “Algunas investigaciones recientes sobre estos nuevos grupos confirmaron la seria preocupación que existe por su capacidad de corromper y de establecer vínculos con autoridades e instituciones estatales”. Como casi con seguridad los medios no se referirán a tan graves hechos, ojalá Rodrigo Rivera que es hombre serio e inteligente vea que ni las Farc son el único y peor enemigo, ni el gobierno puede dormirse sobre los laureles, ya medio marchitos, de Uribe.