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Nadie acabará con los libros

“Cuando la civilización inventa la rueda, está condenada a repetirse ad nauseam....

10 de octubre de 2010 Por: Carlos Lleras de la Fuente

“Cuando la civilización inventa la rueda, está condenada a repetirse ad nauseam. Tanto si queremos que la invención del libro se remonte a los primeros códices (hacia el siglo II d.C.) como si nos referimos a los más antiguos rollos de papiro, nos encontramos ante un instrumento que, por muchos cambios que haya sufrido, se ha mostrado extraordinariamente fiel a sí mismo. El libro parece una especie de ‘rueda del saber y del imaginario’ que las revoluciones tecnológicas anunciadas o temidas no eliminarán”.“...el libro es, como la rueda, una especie de perfección insuperable de nuestra imaginación”.Estos dos apartes del prólogo que escribe el periodista Jean-Philippe de Tonnerre, nos permiten detectar el eje alrededor del cual, y en algo más de 250 páginas, girará la conversación de dos apasionantes contertulios, Umberto Eco y Jean-Claude Carrière, esté último dramaturgo y, además, uno de los grandes guionistas europeos que trabajó durante años con Luis Buñuel en películas que los aficionados al cine, y a sus manifestaciones artísticas, no hemos podido dejar de ver: ‘El discreto encanto de la burguesía’, ‘Belle de Jour’, ‘Ese oscuro objeto de deseo’. De Eco sobra cualquier presentación.El libro cuyo título encabeza este escrito, publicado en español hace poco y mejor traducido que la mayoría de los que aquí nos llegan (casi nunca en su idioma original), es ameno al extremo y el diálogo entre estos dos intelectuales alcanza un grado de perfección insuperable.¡Qué cultura envidiable, qué inteligencia! Y en ese mismo grado, ¡qué envidia! Fuera de un puñado de colombianos entre los cuales no me atrevería a incluirme, son pocas las personas poseedoras de una cultura tan vasta y variada que podría calificar de renacentista.En un país como el nuestro en el cual la inteligencia y la cultura son poco apreciadas no sorprende demasiado que no abunden los Nicolás Gómez Dávila, pero podría la gente comenzar por leer, que ya es algo.Debo confesar que terminé la lectura, de corrido, en unas cinco horas en la noche de un sábado; el diálogo mismo lo hace ligero y el placer del contenido, ininterrumpible. En esas condiciones, además, puede uno volver a la vieja costumbre de subrayar y releer ciertos párrafos de los cuales quiero extractar algunas frases.Dice Eco: “En un momento dado los hombres inventan la escritura. Podemos considerar la escritura como una prolongación de la mano, y en este sentido tiene algo de biológico. Se trata de una tecnología de comunicación inmediatamente vinculada al cuerpo”, “...Al contrario, nuestras invenciones, cine, radio, internet, no son biológicas”.Y hablando de música agrega: “Entre la voz de Caruso y la de Pavarotti hay décadas de proteínas y de desarrollo de la medicina”.Sobre los profetas, comenta Carrière: “La característica de los profetas, de los verdaderos y de los falsos, es que se equivocan siempre. Ya no recuerdo quién decía: ‘Si el porvenir es el porvenir, siempre es inesperado’. La gran cualidad del porvenir es que es incansablemente sorprendente”.Y frente a la pregunta sobre si nuestras invenciones son la realización de antiguos sueños de la humanidad, y comentando a Virgilio y también el Mahabbarata, improvisa Carrière: “Siempre en el Mahabbarata, el esperma se conserva, se transporta, se reutiliza... La Virgen María, una noche, en Calanda, sustituye una pierna amputada de un campesino español. Ahí está ya, un trasplante”. Y revira Eco: “Es el presente el que realiza los sueños de los hombres que nos han precedido”.Pero, agrega, “¿Dónde ha pasado el presente, ese maravilloso momento que estamos a punto de vivir y que muchos conspiradores intentan robarnos”, y contesta Eco: “¿La desaparición del presente... no se debe sólo al hecho de que las modas que antes duraban treinta años hoy duran treinta días. Está también el problema de la obsolescencia de los objetos de los que hablamos” y compara el aprendizaje de montar en bicicleta, que duraba toda la vida, cuando un programa informático difícil de asimilar es reemplazado en pocas semanas o menos, por uno nuevo.Trataré de volver sobre el tema para incitar a los lectores a gozar este libro.