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Música y Brigitte Bardot

En estos días, angustiado por que el País eligiera (o reeligiera) un...

16 de marzo de 2014 Por: Carlos Lleras de la Fuente

En estos días, angustiado por que el País eligiera (o reeligiera) un Congreso pésimo como el actual –y creo que así ocurrió- he dedicado más tiempo a oír música y a leer siquiera parte de los libros que esperan que el dueño les permita cumplir la finalidad que tienen; en ambas cosas triunfé ampliamente.En materia de música conseguí en Amazon algo que no esperaba: seis grabaciones de Rafael Puyana, uno de los pocos artistas de talla internacional que ha tenido el país; tres de ellos son lujosos álbumes con el correspondiente cuadernillo de más de 50 páginas en las cuales el interprete relata la investigación que llevó a cabo para encontrar las partituras, varias de ellas inéditas, y describe los preciosos instrumentales que utilizó, ambos de su propiedad: un harpiscordio (¿clavicémbalo?) del siglo XVI y un virginal, copia de otro del siglo XVII.Esta música maravillosa, impecablemente interpretada, se remonta a las épocas Tudor y Jacobina en Inglaterra (un CD) y a la música del sur de Europa -España y Portugal- (2 CD); adicionalmente el cuarto CD se ocupa de la edad de oro de la música para harpiscordio, y el quinto de las obras maestras del barroco y música de J.S. Bach y de dos de sus hijos, J. Christian y W. Friedemann.Para los melómanos mencionaré cuatro adquisiciones magníficas: las óperas de R. Strauss (24 CD); la obra completa de Verdi (75 CD); el cofre de música antigua del famoso sello Deas Alte Work (51 C.D); el cofre (50 CD) de otro gran sello, Erato; la edición de Mussorgsky (14 CD); la de Boradin (10 CD) y la de Weber (4 CD).Con esta artillería trataré de mantenerme alejado de la politiquería y tener a raya los malos pensamientos sobre la política y los políticos colombianos.Algo me reí con dos columnas de El País; la de Luis Guillermo Restrepo que después de gastar el 90% del espacio para referirse a todo lo malo de nuestro Congreso y de sus integrantes terminó ¡invitándonos a votar! La segunda (¿Londoño?) era de una resignación democrática y sociológica: el Congreso es la imagen del país y no puede sorprendernos encontrar en él a mafiosos, narcos, paramilitares y corruptos, pues esa es Colombia.Imaginarán los lectores el entusiasmo electoral que me produjeron estos escritos: ¡No voté!Regresando a la música señalo que el sistema de cofres y no de estuches ha abaratado los CD en forma importante: creo que toda la música que atrás mencioné la adquirí con un costo de más o menos US$3.50 cada disco.Cuando no leo ni escucho música (ambas cosas no las puedo hacer a la vez) dejo vagar mi imaginación ya entrada en años, en asuntos similares pero extraños. Es así como llegaron a mi mente viejas canciones españolas que mis tías Cortés Gregory -que habían vivido como 14 años en Barcelona- cantaban de vez en cuando. De la misma manera y cuando leí hace unas tres semanas que Brigitte Bardot, uno de mis ídolos de juventud había, cantado hace 25 años, en París, la Guabina Chiquinquireña en español, recordé el evento y ahí mismo logré una traducción al francés, que publicaré en otra columna, ¿Cómo se dirá Cuchipe?