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Siento la necesidad de exponer mi opinión sobre varios asuntos que me...

26 de septiembre de 2010 Por: Carlos Lleras de la Fuente

Siento la necesidad de exponer mi opinión sobre varios asuntos que me conciernen en mi calidad de Constituyente de 1991 y que por el momento son tres de gran importancia.El voto a los 16 años fue una propuesta del M-19 a la Asamblea, rechazada por numerosas razones, entre ellas el hecho de que atenta contra la familia al crear unos ciudadanos-adolescentes, ignorantes, poco preparados para afrontar la vida y mucho menos para usar su ciudadanía lo que seguramente harían para seguir erosionando la autoridad y el orden domésticos.“Ya soy mayor de edad y sé lo que me conviene”; “Soy mayor de edad y puedo fumar, tomar, manejar y juerguiar hasta la hora que me de la gana, y acostarme con quien me provoca pero, eso sí, mis padres tienen que responder por mi vida en todos los aspectos materiales: vivienda, salud, educación, alimentación, suministro de dinero para ejercer mis privilegios de ciudadano”.¿No es un trágico error insistir en este tema? ¿Han ido los autores de la propuesta a los colegios a conversar con los alumnos de cuarto de bachillerato para darse cuenta que son la generación del Internet, de la vida alegre, de la despreocupación y de una cierta malévola condescendencia con sus mayores?Lo anterior no obsta para que criminales menores de 18 años vayan a la cárcel; pero sería retorcido argumento el alegar que si el Estado les manda a prisión debe darles la ciudadanía ¿Cuándo se cansaran nuestros infatigables legisladores de proponer sandeces que por desgracia podrían ser aprobadas por sus insensatos colegas?El proyecto de reforma constitucional que propone que el Procurador General de la Nación sea elegido de terna presentada por el Presidente de la Republica es otro magno error. La Procuraduría es unas de las entidades autónomas que giran en el mismo espacio de las tres ramas del poder público, pero cuya independencia debe defenderse a toda costa. Tratar de subordinar al Procurador al Jefe de la Rama Ejecutiva es un profundo error que se debe rechazar por todos, comenzando por el Gobierno.El tema de las regiones es otro huérfano del Estado; despertó gran entusiasmo en la Asamblea Constituyente, se aprobó el esquema de reorganización racional pasando por las regiones Administrativas y de Planeación, y el ‘Congresito’ creó pro-tempore una oficina cuyo jefe por varios años fue Orlando Fals Borda, amigo inteligente y capaz cuya labor no fue reconocida por ningún gobierno hasta cuando se venció el plazo previsto para ejecutar esta reforma.Muchas veces conversé con Fals sobre el tema y sé que murió frustrado por no haber logrado el apoyo del Estado para poner a crecer la criatura que había hecho nacer en la Nueva Constitución.Esta bien que la Costa Atlántica quiera transformarse en región pero, como siempre, lo mejor es enemigo de lo bueno; que se calme Eduardo Verano que bien conoce el camino de espinas que ha recorrido tal iniciativa y que ahora, cuando por fín hay un gobierno que la apoya, no lo eche todo a perder para pasar a la posteridad, y corriendo el riesgo de que al moverse de cero a una región política, brincándose la Administrativa y de Planeación, fracase estrepitosamente el proyecto causando daño no sólo a la iniciativa costeña sino a las demás, cinco o seis, que aspiran a seguir el mismo camino, pero con prudencia. Vale la pena revisar la Gaceta Constitucional y releer las discusiones que hubo a ese respecto.***Dos breves comentarios ¿Qué tienen de más los toros de lidia cuyo nombre mismo indica para que fin se crían, que los pobres caballos que arrastran pesadas carretas por las calles de Bogotá sintiendo el látigo del basuriego? ¿Que de las esqueléticas rangas que deben galopar en Villa de Leyva sobre esos endiablados empedrados que deben lastimarlos seriamente y que, además, deben soportar a ‘jinetes‘ improvisados y poco considerados? ¿Y quién está recogiendo los perros callejeros que pululan en el país y de los cuales sólo nos acordamos cuando los vemos muertos en las carreteras pues, como dice Umberto Eco, las gallinas duraron cien años para aprender a no atravesar las vías públicas?